CIUDAD DE MÉXICO, lunes, 27 noviembre 2006 (ZENIT.org–El Observador).- Voces de la Iglesia en México han pedido al presidente Felipe Calderón Hinojosa que combata la «escandalosa corrupción» que reina no sólo en las instituciones sino en la sociedad en general.
El editorial del último número del órgano informativo de la arquidiócesis primada de México, «Desde la fe», afirma que el problema de la corrupción en México es muy grave porque no se limita a los niveles de autoridades y funcionarios públicos, sino que envuelve a grandes estratos de la población.
El editorial de la Arquidiócesis afirma que «no sólo tenemos un gobierno corrupto, sino que, por desgracia somos un pueblo corrupto, fruto de un sistema que por cerca de 70 años se sostuvo como tal».
La arquidiócesis subraya que el estado de derecho comienza con la observación de las leyes, el respeto a las instituciones, la transparencia en la función pública y el cumplimiento de todos los ciudadanos a los cauces legales y las vías institucionales para dirimir conflictos y diferencias.
El semanario arquidiocesano recuerda que hace unos días la organización «Transparencia Internacional» dio a conocer un diagnóstico de la corrupción en el mundo, en el que México aparece en el lugar 75.
El editorial agrega que si bien a nivel internacional el problema es grande, en México es «escandaloso» porque se ha convertido en un fenómeno que todo lo invade.
Indica que una de las expresiones más dramáticas de la corrupción es el narcotráfico y el consiguiente consumo y adicción de estupefacientes, y advierte que la delincuencia organizada se ha apoderado de diversas corporaciones policiacas e incluso ha llegado a tocar a algunos miembros del Ejército.
Según la publicación católica, la lucha encarnizada desatada en todo el país a fin de controlar el negocio de las drogas ya no respeta a nadie, pues desde los más altos funcionarios policiales hasta familias enteras son asesinadas sin control.
También puso como muestra de la corrupción lo que sucede en los penales de alta y mediana seguridad, desde donde algunos delincuentes sentenciados siguen controlando secuestros y extorsiones de todo tipo pese a las medidas tomadas por las autoridades para evitarlo.
«¿Por qué no pensar que detrás de conflictos interminables como el Oaxaca no están las reivindicaciones sociales, sino una escandalosa corrupción de gobiernos estatales y distintos niveles de la sociedad que comienzan a crear una descomposición generalizada y una peligrosa situación de ingobernabilidad?» , concluye el editorial.