ESTAMBUL, jueves, 30 de noviembre de 2006 (ZENIT.org).- Con el objetivo de superar uno de los obstáculos más importantes en el camino hacia la unidad plena entre católicos y ortodoxos, Benedicto XVI relanzó este jueves, ante el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el diálogo sobre el ejercicio del ministerio papal.
La propuesta del Papa resonó en la catedral de San Jorge en el Fanar, el antiguo barrio griego de Estambul donde se encuentra la sede del Patriarcado, al final de la Divina Liturgia de la fiesta de San Andrés, primer obispo de esta ciudad, celebrada por el Patriarca Ecuménico.
El Papa, quien rezó el Padrenuestro en griego, asistió en un puesto de honor sin poder concelebrar, a causa de la división entre las dos Iglesias que dura desde el cisma de 1054.
«Confesamos con gran tristeza que no podemos todavía celebrar los sacros misterios unidos y oramos por el día, en el cual se ha de realizar plenamente esta unión», reconoció Bartolomé I en la homilía.
Por su parte, el Papa explicó en el discurso que pronunció al final que su presencia pretendía «renovar nuestro compromiso de continuar juntos por el camino que lleva al restablecimiento –con la gracia de Dios– de la plena comunión entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla».
El Papa aseguró «que la Iglesia católica está dispuesta a hacer todo lo posible para superar los obstáculos y para buscar, junto con nuestros hermanos y hermanas ortodoxos, medios de cooperación pastoral cada vez más eficaces con ese fin».
El mismo pontífice reconoció que «desafortunadamente, la cuestión del servicio universal de Pedro y de sus sucesores ha dado lugar a nuestras diferencias de opinión, que confiamos en superar, gracias también al diálogo ecuménico recientemente reanudado».
La sesión plenaria de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto se celebró en Belgrado (Serbia) del 18 al 25 de septiembre.
Fue un encuentro sumamente esperado, pues relanzó el diálogo oficial, que había quedado bloqueado desde la sesión plenaria celebrada en Baltimore (Estados Unidos), en julio de 2000.
Recordó que en su encíclica «Ut unum sint» (25 de mayo de 1995), el Papa Juan Pablo «invitó a emprender un diálogo fraterno para de encontrar formas de ejercicio del ministerio petrino hoy en día, respetando su naturaleza y esencia, de manera que pueda realizar un servicio de fe y de amor reconocido por unos y otros».
«Es mi deseo, en este día, evocar y renovar esta invitación», afirmó el pontífice.
Por su parte, el Patriarca Bartolomé I concluyó su homilía dando gracias a Dios por la presencia de Benedicto XVI en la Divina Liturgia.
«Saludamos, pues, en agradecimiento, esta presencia como una bendición de Dios y también como una expresión y demostración de la común voluntad de que sigamos inconmoviblemente, en espíritu de amor y de fidelidad hacia la verdad del Evangelio y de la común tradición de nuestros padres, la dirección hacia la reconstitución de la plena comunión de nuestras Iglesias, lo cual constituye su voluntad y su mandato», dijo.
Tras la Divina Liturgia, el Papa y el Patriarca Ecuménico salieron al balcón del palacio patriarcal para bendecir en latín y en griego a los fieles presentes. Entre los aplausos, el Patriarca elevó la mano del Papa, provocando una espontánea sonrisa en el obispo de Roma.
A continuación, firmaron una Declaración común en la que ambos representantes cristianos lanzan una invitación a la paz, y expresan la alegría de sentirse hermanos, renovando el compromiso para alcanzar la comunión plena.