Camboya celebró los 450 años de la presencia de la Iglesia

Asistieron tres mil personas llegadas de todo el país

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KOMPONG CHAM, miércoles, 6, diciembre 2006 (ZENIT.org).- Más de tres mil fieles llegados de todo el país (de los 25.000 católicos que tiene Camboya) se reunieron el domingo 3 de diciembre para asistir a la conclusión de las celebraciones jubilares que han conmemorado los 450 años de presencia de la Iglesia católica en Camboya, informa la agencia Fides.

Durante la solemne concelebración eucarística, presidida por el nuncio apostólico monseñor Salvatore Pennacchio, y concelebrada por los obispos del lugar, se subrayó que la misión de la Iglesia continúa con valor, fidelidad y perseverancia, en esta tierra camboyana.

Con ocasión de esta solemne celebración, el Santo Padre Benedicto XVI, quiso hacerse presente por medio del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, con su Bendición Apostólica.

También el cardenal Iván Dias, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, recordó en un mensaje que la historia de la Iglesia en Camboya, «después del período de las duras pruebas, es comparable a la de los inicios de las Iglesias de Jerusalén y Roma».

El lugar elegido para la celebración de los 450 años de presencia de la Iglesia católica en Camboya es sumamente simbólico: aquí en efecto murió el primer obispo camboyano por las privaciones durante el régimen de los jemeres rojos, en 1976.

En medio del arrozal, fuera de los circuitos turísticos, miles de cristianos alabaron al Señor en el primer domingo de Adviento.

«Aunque la Buena Nueva ha llegado tarde a la tierra camboyana –afirmó el cardenal Dias–, sin embargo este retraso no debe ser considerado como una discriminación respecto al pueblo camboyano, sino que debe considerarse más bien como un motivo de gratitud por la infinita bondad de Dios, que emplea a obreros para su viña a cualquier hora del día, y trata a los primeros con la misma benevolencia que demuestra hacia los últimos obreros».

Los 25.000 católicos de Camboya son una pequeña grey comparada con el total de 14 millones de habitantes del país, aunque sorprenden algunos hechos que dan cuenta de su fidelidad.

Hace algún tiempo, se encontró en el Norte de Camboya, en una zona accesible sólo con barco, una comunidad católica compuesta por 200 camboyanos. Durante más de 30 años de aislamiento debido a la guerra, estos católicos perseveraron en la oración, sin tener ni siquiera la posibilidad de ver un sacerdote.

El pasado domingo, algunos miembros de esta pequeña comunidad encontraron con alegría a sus hermanos y hermanas con motivo de la celebración jubilar, dando gracias a Dios por el don de la fe recibida.

El Cristianismo es considerado por muchos camboyanos, y también por la administración pública, como una religión extranjera importada por los franceses durante su Protectorado (1863-1953) o por las Naciones Unidas durante el mandato del Apronuc para el restablecimiento de la paz (1992-1995).

Sin embargo, la Iglesia Católica está presente en Camboya desde hace más de 450 años, lo que equivale a decir mucho antes de la colonización francesa.

El 19 de septiembre pasado un grupo de 28 cristianos, algunos pastores, un sacerdote, una religiosa y los fieles, de la ciudad de Kompong Cham, se pusieron en camino para visitar los lugares de nacimiento de la Iglesia Católica en Camboya.

Fueron a Longvêk, capital del Reino desde 1515 al 1594, donde el padre Gaspard De Cruz, un dominico portugués, se presentó a la corte del rey Preah Ang Chan, en 1555.

En 1590 el rey Preah Borom Ricrea concedió la plena e integral libertad religiosa a la religión cristiana: los mandarines convertidos no perdieron a sus privilegios y los dueños no tenían el derecho a impedir a sus esclavos practicar su fe.

Posteriormente los peregrinos fueron a Oudong, capital desde 1610 a 1866, para conmemorar la llegada de un grupo de cristianos japoneses que huyeron de la persecución y que consiguieron asilo político alrededor de 1610.

Este asilo se repitió de nuevo en 1660 para un grupo de cristianos indonesios. A mitad del siglo XVII, los católicos vietnamitas se ampararon en gran número en Camboya para huir de las persecuciones de los reyes.

«En Prambei Chaom –dice uno de los peregrinos–, alrededor de la tumba del primer vicario apostólico de Camboya, monseñor Piguel (1770), hemos podido discutir sobre diferentes modos de evangelizar, la necesidad de dar vida a congregaciones religiosas o escuelas de catequistas y un clero local. A esta misión se dedicó monseñor Piguel cuando la guerra destruyó todo. Un poco más lejos, en Ponhea Lu, los fundamentos de la antigua iglesia nos han recordado las negociaciones del Rey Ang Duong, 1846-1860, ayudado por monseñor Migas, para inducir a los franceses a restablecer el Reino. Hemos concluido nuestra peregrinación en el Carmelo de Phnom Penh. Aquí hemos hecho memoria de los horrores del siglo XX, ya que en esta parroquia 515 vietnamitas fueron masacrados por las tropas de Lon Nol en abril de 1970. A través de dolores y pruebas de fidelidad, hemos podido admirar el trabajo de nuestros predecesores y la carrera audaz de la Buena Nueva en tierra jemer».

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ZENIT Staff

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