La respuesta a la crisis actual de la Iglesia, según el Papa

Anunciar la grandeza del amor de Dios que se experimenta en la oración

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 7 diciembre 2006 (ZENIT.org).- La respuesta a la crisis que experimenta la Iglesia, particularmente en Occidente, consiste en anunciar y hacer redescubrir la grandeza del amor, experimentada en la oración, considera Benedicto XVI.

El Santo Padre analizó con los obispos suizos los desafíos de la evangelización hoy en varias reuniones que mantuvo entre el 7 y el 9 de noviembre con los obispos suizos, que vinieron a Roma para concluir su visita quinquenal «ad limina apostolorum», interrumpida en 2005 por la enfermedad de Juan Pablo II.

Sus dos intervenciones, así como una homilía, son sumamente reveladoras pues el Papa las pronunció sin papeles, en su lengua materna, el alemán. Posteriormente han sido traducidas por la Santa Sede (pueden consultarse en la sección de documentación del servicio de este 7 de diciembre de Zenit).

El Papa comenzó su intervención conclusiva con una profesión de humildad al explicar que no había encontrado el tiempo para preparar sus discursos como él quería: «me presento con esta pobreza, pero tal vez ser pobre en todos los sentidos conviene también a un Papa en este momento de la historia de la Iglesia».

«En cualquier caso, ahora no puedo pronunciar un gran discurso, como convendría después de un encuentro con estos frutos», afirmaba.
Para afrontar la crisis actual de la Iglesia recordó que «cuando iba yo a Alemania, en las décadas de 1980 y 1990, me pedían entrevistas y siempre me daban por anticipado las preguntas».

«Se trataba de la ordenación de mujeres, de la anticoncepción, del aborto y de otros problemas como estos, que vuelven continuamente a la actualidad», explicó.

«Si nos dejamos arrastrar por estas discusiones, entonces se identifica a la Iglesia con algunos mandamientos o prohibiciones, y a nosotros se nos tacha de moralistas con algunas convicciones pasadas de moda, y la verdadera grandeza de la fe no se aprecia para nada», constató.

«Por eso –aseguró–, creo que es fundamental poner de relieve continuamente la grandeza de nuestra fe, un compromiso del que no debemos permitir que nos aparten esas situaciones».
Desde esta perspectiva se entienden los grandes documentos de este pontificado, en particular, su encíclica «Deus caritas est» y el anuncio para primavera de un libro centrado en Jesús.

«Dios es “Logos” y Dios es “Amor”, hasta el punto de que se hizo totalmente pequeño, asumiendo un cuerpo humano y al final se entregó como pan en nuestras manos», explicó.

«Sabemos que Dios no es una hipótesis filosófica; no es algo que “tal vez” existe; sino que nosotros lo conocemos y él nos conoce a nosotros. Y podemos conocerlo cada vez mejor si permanecemos en diálogo con él», indicó.

Por eso, propuso, la pastoral debe tener como «misión fundamental enseñar a orar y aprenderlo personalmente cada vez más».

«Muchos buscan la meditación en alguna otra parte, porque piensan que en el cristianismo no pueden encontrar la dimensión espiritual –constató–. Nosotros debemos mostrarles de nuevo que esta dimensión espiritual no sólo existe, sino que además es la fuente de todo».

«Con este fin debemos multiplicar esas escuelas de oración, donde se enseñe a orar juntos, donde se pueda aprender la oración personal en todas sus dimensiones: como escucha silenciosa de Dios, como escucha que penetra en su Palabra, que penetra en su silencio, que sondea su acción en la historia y en mi persona».

«Este íntimo estar con Dios y, por tanto, la experiencia de la presencia de Dios es lo que nos permite experimentar continuamente, por decirlo así, la grandeza del cristianismo, y luego nos ayuda también a atravesar todos los pequeños detalles en los cuales, ciertamente, debemos vivirlo y realizarlo día a día, sufriendo y amando, en la alegría y en la tristeza».

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ZENIT Staff

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