Al llegar esta fecha, dentro del año jubilar Guadalupano, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ha emitido un comunicado en el que recuerda que Santa María de Guadalupe «gestó el nacimiento de nuestra Patria con una rica variedad de culturas unificada por el vínculo de la fe».
A continuación, reproducimos el comunicado de la CEM
Se cumplen 475 años de la presencia de Santa María de Guadalupe en México
No ha hecho nada semejante con ninguna otra nación
Este 12 de diciembre celebraremos el 475 aniversario de las apariciones de la Santísima Virgen María de Guadalupe a San Juan Diego, a través de quien se dignó manifestar su mensaje de amor a nuestro pueblo, indicando con sus gestos, palabras y su bendita imagen, el camino hacia Cristo, centro de nuestra fe católica.
Los mexicanos renovamos la felicidad de saber que la “Madre del verdadero Dios por quien se vive, el creador de las personas, el Dueño del cielo, el Dueño de la tierra”, quiso quedarse con nosotros, en “una casita” en la cual nos espera, nos cuida, y nos conforta con sus palabras: “Hijito, ¿qué te aflige? ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás acaso bajo mi regazo?”.
Hace 475 años, María Santísima, con unas pocas y sencillas palabras, unas flores, su propia imagen, consiguió que dos pueblos con culturas opuestas que parecían abocados a destruirse, se hermanaran, y nos pidió un templo, pero no para Ella, sino para ahí entregarnos a su Hijo, “mostrárnoslo, ensalzarlo, poner de manifiesto a Él que es todo su amor, compasión, auxilio y salvación”.
Nuestra Madre Santísima de Guadalupe gestó el nacimiento de nuestra Patria con una rica variedad de culturas unificada por el vínculo de la fe. El Acontecimiento Guadalupano significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura y religiosidad indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación en Jesucristo.
La Niña del Tepeyac facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana. El rostro mestizo de la virgen de Guadalupe expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos. Su presencia es factor de la fraternidad entre todos sus hijos y favorece la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones.
La noble tarea de edificar un México mejor, más justo y solidario, requiere la colaboración de todos. En este momento decisivo de la historia de México, encomendamos a la valiosa intercesión de la Morenita los gozos y esperanzas, los temores y angustias del pueblo mexicano.
Le pedimos a esta dulce Madre de la Nación mexicana, Reina de América y de Filipinas interceda para que todos los que habitamos estas tierras aprendamos a amarnos y aceptarnos como hijos de un mismo Padre.
Por los obispos de México,
+ Carlos Aguiar Retes
Obispo de Texcoco
Presidente de la CEM
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM