WASHINGTON D.C., domingo, 10 diciembre 2006 (ZENIT.org).- La situación económica de África está mejorando, pero queda mucho por hacer: es la conclusión a la que se llega tras la lectura de los últimos informes sobre el África subsahariana.
Infraestructuras, inversión, innovación y capacidad de las instituciones son las “cuatro grandes íes” que se necesitan en África, declaraba el Banco Mundial el 9 de noviembre en una nota de prensa. Estas necesidades han sido presentadas en un estudio del Banco Mundial, “Enfrentar los Desafíos del Desarrollo Africano: Oportunidades, Constricciones y Direcciones Estratégicas”.
“África se mueve y tiene la posibilidad de salir del largo estancamiento económico de los años setenta y ochenta”, afirmaba en la presentación del informe Gobind Nankani, Vicepresidente del Banco Mundial para la Región de África.
El informe muestra que algunas economías africanas han demostrado su capacidad para alcanzar breves arranques de crecimiento económico. El desafío ahora es sostener este esfuerzo durante periodos más largos y asegurar que los pobres, las mujeres, los jóvenes y otros grupos marginados se benefician de tal crecimiento, añadía Nankani.
En África, la pobreza extrema (gastar menos de un dólar al día en las necesidades básicas de la vida) subió del 36% de la población en 1970 al 50% de la población (300 millones de personas) en el año 2000, explicaba John Page, economista jefe del Banco Mundial para la Región de África. De esta forma, África tiene el 10% de la población mundial, pero cuenta con el 30% de los pobres del mundo.
África se encuentra por detrás de los países asiáticos del este en crecimiento económico. La renta per cápita para África y para el este de Asia era virtualmente la mismo en 1960. A finales del siglo XX la renta per cápita del África subsahariana era menos de un cuarto de la del este de Asia.
La necesidad de más empresas y empresarios se ponía de relieve en otra nota de prensa del Banco Mundial del 13 de noviembre. Antes del año 2050, el número de africanos entre los 15 y los 24 años superará la cifra de los 400 millones. El desafío es encontrar suficientes puestos de trabajo para ellos y sus familias.
Con demasiada frecuencia se ha dejado al sector privado fuera de la búsqueda de soluciones a problemas como éste, observaba el Banco Mundial. Pero ahora, África está haciendo que sea más fácil hacer negocios, con docenas de países que recortan el tiempo, el coste y la burocracia que implican el establecimiento de una empresa y el cumplimiento de los requisitos legales y reglamentarios.
Otra señal positiva observada por el Banco Mundial es el aumento de la inversión extranjera. En 2005, según la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la ONU, la inversión directa extranjera interna subió en África un 78%, hasta los 31.000 millones de dólares.
Indicadores de desarrollo
La publicación -el 30 de octubre- por parte del Banco Mundial de “Indicadores de Desarrollo Africano 2006” proporcionaba una imagen del continente. El estudio observaba que algunos países africanos, como Senegal, Mozambique, Burkina Faso, Camerún, Uganda, Ghana y Cabo Verde han elevado por encima del umbral de pobreza a un significativo porcentaje de sus ciudadanos.
El crecimiento en el África subsahariana alcanzó una media del 2,4% en los noventa. Luego subió hasta el 4% en el 2000-04 y se estimó en un 4,3% en el 2005. Además, la inflación en el continente ha descendido hasta mínimos históricos, y el déficit fiscal está cayendo.
También se han logrado avances en educación. Los índices de asistencia a primaria han subido significativamente por todo el continente. Además, el predominio del Sida y los índices de mortalidad infantil han comenzado a descender.
Las cifras generales encubren grandes diferencias entre países. El informe muestra que 16 naciones africanas han mantenido índices de crecimiento del producto interior bruto superiores al 4,5% desde mediados de los noventa.
De hecho el grupo de crecimiento más rápido de países africanos ha tenido una tasa de crecimiento medio del 5,5%. Estos países suman el 35% de la población de la región. Pero en contraste, las 13 economías más lentas han visto un crecimiento medio de sólo el 1,3%. Muchas de ellas sufren conflictos o han salido recientemente de ellos. Suman el 20% de la población de la región.
Uno de los rezagados más notables es Zimbabwe. El país registró un índice de crecimiento negativo del 2,4% en 2004. Además, en África es el sexto de los 10 países en los que se considera más difícil comenzar un negocio. Las infraestructuras siguen siendo un problema, con carreteras inadecuadas, puertos ineficaces e interrupciones de energía.
Por su parte, los países desarrollados han prometido también aumentar la ayuda a África en 25.000 millones al año antes de 2010. Si esto se cumple, sería más que doblar las ayudas a la región. En los últimos encuentros internacionales, las naciones más ricas han acordado abrir sus mercados a los productos africanos y condonar las deudas de 25 de los países más pobres del continente.
Estos compromisos pueden seguir siendo más aparentes que reales, comentaba el informe. El Banco Mundial citaba opiniones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y de «Strategic Partnership with Africa», y ambos estiman que gran parte del aumento de la asistencia al desarrollo a África en 2006-2008 consistirá principalmente en la condonación de la deuda y en ayudas alimentarias de emergencia.
Igualmente, los progresos realizados por los países ricos para llevar a una conclusión las negociaciones de comercio de la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio han sido decepcionantes.
Satisfacer las promesas
La Santa Sede ha expresado recientemente la necesidad de cumplir las promesas hechas a África y a otros países en desarrollo. El 12 de octubre, monseñor Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, habló a la Asamblea General.
El tema fue la “Nueva Alianza para el Desarrollo de África”. El Nepad es bien venido, explicaba el arzobispo, “porque ha sido un proceso africano llevado a cabo por africanos que refleja una visión común africana y compromiso compartido de erradicar la pobreza”.
No obstante, el proceso necesita “creatividad”, afirmaba el representante vaticano. En términos concretos, necesita establecer nuevas formas de solidaridad a nivel bilateral y multilateral. Lograr esto exigirá una nueva cultura política, añadía monseñor Migliore.
También criticó la lentitud de otros países a la hora de cumplir sus compromisos de ayuda, y la falta de actuación sobre la cuestión de la deuda externa.
Cinco días más tarde, monseñor Migliore volvió a hablar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, esta vez sobre el tema del comercio internacional y el desarrollo. Observando la falta de progreso en las conversaciones mantenidas bajo los auspicios de la Organización Mundial de Comercio, el prelado criticaba la falta de progreso en los últimos años en el tema de la reforma de las finanzas y el comercio internacional.
“Pareciera -declaró el arzobispo- que los intereses de algunos sectores de los países más desarrollados han prevalecido sobre el bien común, aumentando la ya preocupante disparidad que separa a estos países de otras regiones del mundo en desarrollo”.
La ayuda de los países ricos a su sector agrícola asciende a 10 veces la cantidad de ayuda destinada anualmente a África, comentaba el representante de la Santa Sede. Y mucho de este apoyo termina minando la agricultura de los países más pobres.
Monseñor Silvano Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante N
aciones Unidas en Ginebra, también habló recientemente sobre el tema del comercio. En un encuentro de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo, reunida en la ciudad suiza el pasado el 5 de octubre, monseñor Tomasi indicó que la economía mundial tiene un fuerte crecimiento, pero los beneficios no se distribuyen de forma igualitaria. Muchos países pobres, principalmente en África, “todavía están al margen del proceso de desarrollo”, comentaba.
El arzobispo también recomendó que cualquier consideración sobre el desarrollo debería tener como centro a la persona humana. “Cualquier estrategia de desarrollo –afirmó- tiene que reconocer que su verdadera meta es elevar el valor y la dignidad de cada mujer y de cada hombre”.
Aunque se pueden realizar estos valores mejorando la economía, continuó el prelado, el valor y la dignidad de la persona incluyen mucho más que cuestiones económicas. Mejorar la economía y la dignidad humana en África es una tarea ardua, pero factible.
Por el padre John Flynn