KINSHASA, domingo, 10 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Los obispos de la República Democrática del Congo (RDC) han dirigido un llamamiento a la reconciliación a todos los congoleños con motivo de la toma de posesión de su cargo -el miércoles 6 de diciembre- del presidente electo Joseph Kabila.
En un mensaje a la nación, los obispos afirman que “después de las elecciones es urgente reconciliar a los congoleños y respetar la oposición democrática”.
Los prelados congoleños invocan “la reconciliación entre el pueblo y sus dirigentes, entre los dirigentes y el mismo pueblo” y afirman que esperan “de los nuevos gobernantes un gesto de reconciliación liberando a los prisioneros políticos, poniendo en marcha investigaciones para hallar a las personas extraviadas y llevarlas de nuevo a sus familias”.
Los obispos reafirman el compromiso de la Iglesia Católica para seguir ofreciendo su contribución al trabajo de formación de las conciencias y a la labor de educación cívica, además de desarrollar su propia labor pastoral.
Asimismo los firmantes del mensaje dan las gracias al candidato derrotado por haber aceptado el resultado de las urnas, a la Comisión Electoral Independiente y las fuerzas del orden e internacionales por haber asegurado el pacífico desarrollo del segundo turno electoral.
“La población congoleña -reconoce el mensaje- ha demostrado una vez más dignidad y madurez política acudiendo a votar en calma y con disciplina, a pesar de la fuerte lluvia que se abatió sobre muchas zonas del país”.
En cuanto al futuro de la República Democrática del Congo, los obispos piden a las instituciones que inicien una decidida lucha contra el analfabetismo, respeten los derechos humanos, construyan carreteras y otras infraestructuras para conectar las zonas más aisladas e inaccesibles del país, completen la constitución del ejército unificado y abran el Congo a África y al mundo.
Dirigiéndose a la comunidad internacional, los obispos lanzan un llamamiento para que se cree un fondo internacional para la reconstrucción del país como forma de reparación por los daños sufridos durante los años de guerra.
Tras recordar a los millones de congoleños muertos por el belicismo de los últimos diez años, los obispos invocan la intercesión de la beata Maria Clémentine Anuarite, de la que se acaba de celebrar el año conmemorativo, para que “cesen las guerras y las rebeliones en la República Democrática del Congo. A la Virgen Maria, Reina de la Paz, Nuestra Señora del Congo y Nuestra Señora de la Esperanza, confiamos nuestro país”.
Joseph Kabila, primer presidente elegido democráticamente en la RDC en más de cuarenta años, asumió el cargo en un acto celebrado en Kinshasa, la capital del país, al que asistió el secretario general de la ONU, Kofi Annan. El organismo internacional se ha implicado para asegurar la transición política congoleña y mantiene en la RDC un contingente de 17.000 cascos azules.
El país, que se independizó de Bélgica el 30 de junio de 1960, estuvo inmerso desde entonces en conflictos, golpes de Estado, dictaduras y guerras civiles que impidieron una renovación periódica de las autoridades a través de elecciones democráticas.
Kabila, de 35 años, fue el vencedor en la segunda vuelta de los comicios presidenciales, celebrados el 29 de octubre pasado; en ellos compitió con su ex vicepresidente Jean Pierre Bemba. La victoria de Kabila fue confirmada por la Justicia el 27 de noviembre.
Joseph Kabila ha ocupado provisionalmente la Presidencia de la RDC desde el 26 de enero de 2001, cuando reemplazó en el poder a su padre Laurent Desire Kabila, asesinado por un guardaespaldas diez días antes.