La firma de tal acuerdo tuvo lugar durante la segunda cumbre de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos, celebrada en Nairobi -el 14 y 15 de diciembre- con la participación de once países de la región, otros Estados limítrofes y asociados, los prelados de la zona y una delegación de la Santa Sede.
El Papa hizo llegar su aliento a la cumbre, llamada a ocuparse nuevamente del desafío de una paz duradera con la firma y el cumplimiento del citado pacto.
Cuatro aspectos –recordó una misiva del cardenal Bertone enviada a la cumbre en nombre de Benedicto XVI- prevé este plan: paz y seguridad, democracia y buen gobierno, desarrollo económico e integración regional, y promoción social y humana.
La adopción del Pacto ha sido el acto más significativo de la cumbre, reconoce la Santa Sede este martes; ésta ha pedido a las Conferencias Episcopales de la región que acompañen la actuación de tal acuerdo y promuevan su espíritu.
En esta perspectiva el presidente de la Asociación de los Miembros de las Conferencias Episcopales de África Oriental (AMECEA) y de las diversas Conferencias Episcopales de la región, que presenciaron la cumbre, difundieron una declaración –publicada este martes por la Santa Sede- al término de aquella.
Agradeciendo el mensaje del Papa -y la presencia de la delegación de la Santa Sede en la cumbre- e inspirados en él, los prelados expresan en su declaración su determinación en proseguir promoviendo los valores contenidos en las propuestas del Pacto.
Los prelados son conscientes de que la violencia y la pérdida de vidas humanas en la región africana ha dejado divididos y ha privado de esperanza a algunos pueblos.
“Así que esta iniciativa de nuestros Jefes de Estado y Gobierno ofrece una oportunidad para iniciar el proceso de sanación, que la Iglesia aprueba plenamente y se compromete a conducir” a los pueblos de la región “a perdonar y reconciliarse unos con otros en interés de una coexistencia pacífica ahora y en el futuro”, expresan estos obispos y arzobispos africanos.
“Pedimos a todos los responsables que aseguren una distribución equitativa de recursos tanto en ámbito nacional como regional -prosiguen-. Nos comprometemos a actuar para prever y prevenir las situaciones negativas y explosivas. Así evitaremos a nuestra región guerras extenuantes”.
Añaden dos llamamientos apremiantes: a los líderes políticos, para que “alimenten una cultura de tolerancia, paciencia y perdón”.
Y a los laicos, para que asuman su llamamiento y misión de ser “la sal de la tierra” y asuman su papel –al que tienen derecho- en la sociedad, incluyendo aspectos políticos.
Firman la declaración el arzobispo Paul Bakyenga –presidente de la AMECEA-, el arzobispo John Njue -presidente de la Conferencia Episcopal de Kenia-, el obispo Jude Thaddeaus Ruwa’ichi –presidente de la Conferencia Episcopal de Tanzania-, el arzobispo Laurent Monsengwo –presidente de la Conferencia Episcopal del Congo-, el obispo Fredrick Drandua –vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Uganda- y el obispo Jean Ntagwarara –presidente de la Conferencia Episcopal de Burundi-.