BARCELONA, domingo, 24 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Representantes oficiales de las religiones con más arraigo en Cataluña han unido sus fuerzas para trabajar en común.
Este grupo, llamado Grupo de Trabajo Estable de las Religiones (GTER) es peculiar y pionero por tratarse de delegados «oficiales» y no tanto por fieles que forman parte de estas religiones.
El GTER, que ha cumplido ahora dos años de actividades, es un grupo de trabajo formado por los representantes oficiales de las comunidades religiosas que han establecido convenios con el Estado español.
El representante de la Iglesia católica en el grupo, el sacerdote, periodista y profesor de ecumenismo y de antropología teológica Antoni Matabosch, ha contado a Zenit el recorrido de este grupo, que ya se ha presentado ante la Santa Sede.
Entre las iniciativas del grupo este año destacan las Jornadas sobre Religión y Migraciones: ¿Opción o deber?, la comisión de prevención y resolución de conflictos, una jornada en algunos centros penitenciarios sobre creyentes y paz y unos encuentros de las religiones para debatir la diferencia entre «Dar testimonio y proselitismo».
Antoni Matabosch es también el presidente de la Fundación Joan Maragall (www.fundaciojoanmaragall.org) y director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (www.iscreb.org).
–¿Quién sugirió la idea de un GTER?
–Matabosch: De hecho nadie nos convocó. Hace dos años y medio, personas de cinco confesiones o religiones, que ya algunos nos conocíamos o habíamos coincidido en la preparación del Parlamento de las Religiones, comentamos bilateralmente que no teníamos ningún órgano común de colaboración creado por nuestras respectivas religiones.
Las únicas iniciativas que existían eran o de las administraciones públicas o de la vida civil o laica.
Almorzamos juntos varias veces y poco a poco se fue perfilando el proyecto y fue asumido por nuestras respectivas autoridades.
–¿Quién integra este grupo?
–Matabosch: El nuestro es un grupo de trabajo formado por los representantes oficiales de las comunidades judía, musulmana, protestante, ortodoxa y católica, que son las que tienen «notable arraigo» y han establecido convenios con el Estado español.
Tiene como misión trabajar conjuntamente al servicio de la sociedad y tratar de superar los problemas que puedan presentarse entre nuestras comunidades y entre estas y la sociedad.
Partimos de la base que han de ser las mismas religiones las que tienen el derecho y el deber de trabajar a favor de las relaciones interreligiosas.
–Ustedes practican el diálogo interreligioso a partir de la acción: ¿No reflexionan, sólo actúan?
–Matabosch: Nuestro grupo no pretende el diálogo propiamente teológico interreligioso. No es un grupo de planteamientos doctrinales o de investigación.
Nuestro diálogo es el de la vida, el de la acción, el de la colaboración, el de la amistad.
Es claro que en el proceso de acción conocemos mejor a los demás, sus doctrinas, su manera de estar en la sociedad, confrontamos las distintas formas de pensar y de actuar, pero siempre en vistas a la acción conjunta.
Sobre reflexión me gustaría citar otros ámbitos cercanos en el que se ejercita la reflexión como la licenciatura específica en Diálogo Interreligioso que hay en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas en Barcelona o el seminario sobre el islam de la Fundación Joan Maragall.
–¿Qué es lo más enriquecedor de este tipo de diálogo entre las realidades con más arraigo en el territorio?
–Matabosch: Durante estos años se ha establecido una verdadera amistad entre nosotros que facilita mucho el trabajo.
Nos hemos acercado y nos conocemos mucho mejor. Hemos podido organizar juntos diversos actos de reflexión y juntos también hemos trabajado para resolver problemas religiosos en la sociedad.
Pongo un ejemplo: con ocasión de las reacciones al discurso del papa Benedicto XVI en Ratisbona, me pude entrevistar y hablar con franqueza y cordialidad con las principales agrupaciones musulmanas en Cataluña.
La conclusión a la que llegamos unánimemente es que cuando se produce una herida, lo mejor es curarla, no hurgarla. Sin una base ya adquirida de conocimiento y de amistad, no hubiera sido posible.
–¿Se establece algún tipo de contacto con otras realidades religiosas que no forman parte del Grupo estable?
–Matabosch: Sí. Hemos creado un Consejo Interreligioso donde hemos invitado también a los budistas, bahais, hinduistas, taoístas y sijs. Con ello tenemos como dos círculos concéntricos: el Grupo y el Consejo. Ello nos permite tener una representatividad y trabajo más amplios.
Tenemos también un Consejo Asesor, formado por entidades de docencia, reflexión o acción de las diferentes religiones. Este Consejo nos ayuda a la reflexión.
–¿Cuándo presentaron el Grupo a la Santa Sede tuvo buena acogida?
–Matabosch: Hace algo más de un año lo presentamos personalmente a los responsables del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Consideraron muy positivamente la idea y la actuación.
De hecho existen muy pocas iniciativas en el mundo de grupos formados por representantes oficiales de las religiones. Proliferan toda clase de grupos con finalidades variadas y formados por entidades o personas a título personal.