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La Santa Sede siente que tiene el deber de dar a conocer su posición sobre la ordenación episcopal del sacerdote Giovanni Wang Renlei, que tuvo lugar el jueves, 30 de noviembre, en Xuzhou, provincia de Jiangsu (China continental).
1) El Santo Padre ha recibido con profundo dolor la noticia, pues dicha ordenación episcopal se ha conferido sin mandato pontificio, es decir, sin respetar la disciplina de la Iglesia católica sobre el nombramiento de los obispos (Cf. canon 377, § 1, del Código de Derecho Canónico).
2) En Xuzhou ha tenido lugar por orden cronológico la última de las ordenaciones episcopales ilegítimas, que afligen a la Iglesia católica en China ya desde hace décadas, creando divisiones en las comunidades diocesanas y atormentando la conciencia de muchos eclesiásticos y fieles. Esta serie de actos extremadamente graves, que ofenden los sentimientos religiosos de todos los católicos en China y en todo el mundo, es fruto y consecuencia de una visión de la Iglesia que no corresponde con la doctrina católica y que subvierte principios fundamentales de su estructura jerárquica. De hecho, como explica el Concilio Vaticano II, «uno es constituido miembro del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la Cabeza y miembros del Colegio» (
«Lumen gentium», n. 22, primer párrafo).
3) Al tener conocimiento a última hora de la programada ordenación episcopal en la diócesis de Xuzhou, la Santa Sede no ha dejado de dar los pasos posibles en el breve tiempo a disposición para evitar un acto que habría producido una nueva laceración a la comunión eclesial. De hecho, una ordenación episcopal ilegítima es un acto objetivamente tan grave que el derecho canónico establece severas sanciones para quienes la confieren y reciben, a condición de que el acto se realice en condiciones de verdadera libertad (Cf. canon 1382 del Código de Derecho Canónico).
4) Es consolador constatar que, a pesar de las dificultades pasadas y presentes, casi la totalidad de los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos en China, conscientes de ser miembros vivos de la Iglesia universal, han mantenido una comunión profunda de fe y de vida con el sucesor de Pedro y con todas las comunidades católicas esparcidas por el mundo.
5) La Santa Sede tiene conciencia del drama espiritual y del sufrimiento de aquellos eclesiásticos --obispos consagrantes y ordenados-- que se ven obligados a ser parte activa de ordenaciones episcopales ilegítimas, faltando así a la tradición católica, que en su corazón quisieran seguir fielmente-. Además, participa en el malestar interior de esos católicos --sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos-- que se ven obligados a acoger a un pastor, sabiendo que no está en plena comunión jerárquica ni con el que encabeza el colegio de obispos ni con los demás obispos esparcidos por todo el mundo.
6) Por lo que se refiere a las ordenaciones episcopales, la Santa Sede no puede aceptar el que se la ponga ante hechos consumados. Por lo tanto, deplora la forma de proceder en la ordenación del sacerdote Wang Renlei, que ha tenido lugar en Xuzhou, y espera que en el futuro no se vuelvan a repetir incidentes de este tipo.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., a la liturgia del próximo domingo
Balance provisional de unos 400 fallecidos
ESTAMBUL, viernes, 1 diciembre 2006 (ZENIT.org).- «Una parte de mi corazón se queda en Estambul, en esta ciudad magnífica», afirmó Benedicto XVI durante la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Estambul.