CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 20 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Al nacer en la pobreza de Belén, Jesús ofrece a todo hombre y mujer la verdadera felicidad, explicó Benedicto XVI este miércoles en la última audiencia general antes de Navidad.
El pontífice dedicó su encuentro con unos 8.000 peregrinos en el Aula Pablo VI del Vaticano, caracterizado por un ambiente de fiesta navideña y villancicos, a reflexionar sobre «el acontecimiento extraordinario, que cambió el rumbo de la historia: el nacimiento del Redentor».
En este contexto, planteó una pregunta a los presentes: «la humanidad de nuestro tiempo, ¿espera todavía a un Salvador?».
«Da la impresión de que muchos consideran que Dios es extraño a sus propios intereses --respondió--. Aparentemente no tienen necesidad de Él, viven como si no existiera y, peor aún, como si fuera un “obstáculo” que hay que quitar de en medio para poder realizarse».
«Incluso entre los creyentes», añadió, «algunos se dejan atraer por seductoras quimeras y distraer por engañosas doctrinas que proponen atajos ilusorios para alcanzar la felicidad».
«Y, sin embargo, a pesar de sus contradicciones, angustias y dramas, y quizá a causa de éstos, la humanidad de hoy busca un camino de renovación, de salvación, busca un Salvador y espera, en ocasiones inconscientemente, la llegada del Señor que renueva al mundo y nuestra vida, la llegada de Cristo, el único Redentor verdadero del hombre y de todo el hombre», subrayó.
El obispo de Roma reconoció que «falsos profetas siguen proponiendo una salvación “barata”, que acaba siempre por provocar duras decepciones».
«Precisamente la historia de los últimos cincuenta años demuestra esta búsqueda de un Salvador “barato” y pone de manifiesto todas las desilusiones que se han derivado de ello», reconoció.
Por eso, consideró, «nosotros, los cristianos, tenemos la tarea de difundir, con el testimonio de la vida, la verdad de la Navidad, que Cristo trae a todo hombre y mujer de buena voluntad».
«Al nacer en la pobreza del pesebre, Jesús viene para ofrecer a todos la única alegría y la única paz que pueden colmar las expectativas del espíritu humano», recalcó.
El sucesor del apóstol Pedro invitó a prepararse a la Navidad como María José.
«Experimentaron en primera persona la emoción y la trepidación por el Niño que debía nacer. No es difícil imaginar cómo pasaron los últimos días, esperando abrazar al recién nacido entre sus brazos», evocó.
«Que el Niños Jesús, al nacer entre nosotros, no nos encuentre distraídos o dedicados simplemente a decorar de luces nuestras casas --deseó--. Decoremos más bien en nuestro espíritu y en nuestras familias una digna morada en la que Él se sienta acogido con fe y amor».
El Papa concluyó felicitando a todos por la Navidad «en particular a quienes se encuentran en dificultad o sufren en el cuerpo y en el espíritu». «¡Feliz Navidad a todos vosotros!», afirmó.
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Dec 20, 2006 00:00