Cómo ver con los ojos del alma

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Entrevista al asesor científico de la exposición «La luz, los ojos, el significado»

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RIMINI, miércoles, 22 agosto 2007 (ZENIT.org).- «El hombre en la sociedad de la imagen, bombardeado con imágenes, ve mucho, pero mira poco»: es la alerta que lanzó Mario Gargantini, director de la revista científica «Emmeciquadro», al presentar en el Meeting –organizado por Comunión y Liberación- de Rimini (Italia), el domingo, la exposición «La luz, los ojos, el significado. La experiencia humana de mirar», realizada por la asociación «Euresis» (www.euresis.org).

Por su parte el profesor de Física Aplicada en la Universidad de Estudios de Milán, Tommaso Bellini, apuntó que estudiando los aspectos físicos de la luz y los mecanismos de la visión humana, se descubre que «nuestro mirar es intrínsecamente un interpretar».

Y es que los mecanismos de codificación de la información obrada por el ojo humano –precisó- demuestran que «no estamos hechos para fotocopiar la realidad, sino para interpretarla».

Carlo Soave, profesor de Fisiología vegetal en la misma universidad, mostró la complejidad del ojo humano, recordando que el propio Charles Darwin escribía en 1859: «Suponer que el ojo pueda haberse formado por selección natural parece, lo admito francamente, del todo absurdo».

De acuerdo con el profesor Soave, «no existe imagen si no hay ojo que la construya», y precisamente es la elaboración de la imagen lo que diferencia profundamente a la humanidad respecto de los animales.

Para profundizar en este tema de gran interés científico, que a la vez ayuda a comprender la naturaleza única del hombre, Zenit ha entrevistado al profesor Mario Gargantini, coordinador científico de la citada exposición.

–¿Cuál es el objetivo de esta exposición?
–Profesor Gargantini: El objetivo de la exposición está estrechamente ligado al tema del Meeting («La verdad es el destino para el que hemos sido hechos». Ndt), la verdad vista a través de los ojos, la luz ha sido siempre sinónimo de verdad, mirar es un poco sinónimo de conocer.

Hemos visto que no se trata sólo de una cuestión científica en sentido estricto; a medida que se conoce el fenómeno de la visión en el hombre, es perceptible que hay algo más que no es reducible a los componentes biológicos, fisiológicos y neurológicos. Los científicos, también los de posturas agnósticas, reconocen que para comprender a fondo cómo ocurre esta experiencia es necesario llegar a plantear la cuestión de la conciencia.

–¿Qué quiere decir?

–Profesor Gargantini: La conciencia es el elemento ensamblador que interpreta las imágenes y las reúne de manera unitaria. Lo interesante es que el ojo humano es una continua interpretación de aquello que se imprime en la retina. Cuando llegan los impulsos, la retina, que es una terminación del cerebro, comienza a elaborar, decodificando el impulso eléctrico, que es transformado en un bit; de ahí comienza un viaje de continua elaboración, donde en cada etapa existe una interpretación de la imagen desde las diversas partes del cerebro.

Se ha descubierto que diversas partes de la corteza cerebral están destinadas a aspectos diferentes de la visión; por lo tanto algunas áreas ven sólo el movimiento, otras las formas, y su conjunto restituye la imagen.

–¿Cuál es el significado de este fenómeno?

–Profesor Gargantini: Como existe esta continua interpretación, el acto de la visión es precisamente algo activo, no pasivo, no es como la máquina fotográfica. Por lo tanto el acto de la visión es el hombre que interroga la realidad. Y lo hace confrontándose con lo que ha vivido, con su historia, con las imágenes precedentes, con las representaciones mentales. Por lo tanto es toda la persona unitariamente la que realiza un recorrido variado, y cuando uno dice «veo» es todo el yo, toda la persona, la que ve.

–¿Qué decir entonces de los artistas que han representado formas diversas de la realidad?
–Profesor Gargantini: En la exposición hemos dedicado una parte a la historia del arte en la que se documentan los diversos niveles en los que los artistas han contemplado las realidades no representadas, y han evidenciado elevados aspectos, por lo que se abarca desde la Edad Media, donde todo era símbolo, donde las pinturas estaban sumergidas en oro con la luz como símbolo de Dios, hasta el descubrimiento de la perspectiva y de la profundidad que cambia la visión: con el uso de la técnica de la perspectiva se puede ver dependiendo de dónde uno se sitúe, desde dónde se mire, dónde se haya ubicado, dónde se emplace la persona. Hasta una cierta arquitectura moderna que exaspera la utilización de la luz haciendo todo transparente, como si lo máximo de la vida fuera la transparencia absoluta hasta la evanescencia, cuando ya no se ve nada.

–¿Podría hablarnos de la unicidad de la capacidad humana de ver?

–Profesor Gargantini: El ojo humano va más allá de una explicación evolucionista; ninguna especie tiene un sistema similar. El propio Darwin tuvo que admitir que el ojo humano no puede haberse desarrollado por selección natural. Muchas pequeñas adaptaciones graduales orientadas a seleccionar la forma mejor no logran explicar un sentido como la vista.

El aparato visual humano es tan complejo que no conseguimos reproducir de él ni siquiera algunas partes menores. Y esto es evidente si se observan los grandes límites que la robótica encuentra en la visión. Los robots que construimos consiguen realizar funciones sencillas e individuales, pero no son capaces de ver.

–¿Cuál es ese añadido que hace humana la visión?

–Profesor Gargantini: El añadido que permite hacer «visión» de las imágenes que llegan del exterior es el alma, esto es, el substrato no material, único en el hombre, que hace de estas operaciones –que serían sólo mecánicas o eléctricas o bioquímicas- imágenes y estupor.

Por esto se habla de mirar con los ojos del alma, y para explicarlo mejor hemos puesto como sello final de nuestra exposición la reflexión del filósofo Romano Guardini: «Ver es encontrar la realidad; el ojo es sencillamente el hombre, en la medida en que él puede ser tocado por la realidad, en las formas de ésta ordenada a la luz… No se puede construir teoría alguna sobre el hecho de ver sin tomar en consideración la existencia del hombre… Las raíces del ojo yacen en el corazón… El ojo ve a partir del corazón».

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ZENIT Staff

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