CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 10 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Promovida por el Consejo Metodista Mundial, el 3 de diciembre pasado, tuvo lugar en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, una celebración ecuménica de los trescientos años del nacimiento de Charles Wesley (1707-1788), uno de los iniciadores de la experiencia metodista.
Charles, junto a su hermano John y a George Whitefield, promovió en el ámbito anglicano el despertar más importante del segundo protestantismo. En los años 20 del siglo XVIII, lideró a un grupo de estudiantes que se reunía en la Universidad de Oxford para estudiar Biblia y espiritualidad.
A la ceremonia, asistieron los más altos representantes metodistas y de la Comunión anglicana y, hecho excepcional, fue presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
«Hace algunos años, algo así era impensable», comentó el cardenal Kasper en una entrevista a «L’Osservatore Romano» (5 de diciembre de 2007).
«No significa que mañana haya unidad con los metodistas. Sería ingenuo pensarlo. Pero se ve que algo se mueve. Es evidente», añadió.
En 1967, la Iglesia Católica creó una comisión mixta para el diálogo bilateral con el Consejo Mundial Metodista, fundado en 1881, y que reúne a 76 comuniones metodistas. Desde entonces, se afrontaron temas importantes como la revelación y la fe; la tradición y la autoridad docente de la Iglesia.
Tras las palabras de John Barrett, presidente del Consejo Metodista Mundial –informa el diario vaticano–, el cardenal Kasper leyó su mensaje, en el que subrayó la oportunidad «de celebrar este aniversario entonando algunos himnos de Charles Wesley, que se interpretan en las iglesias católicas del mundo anglófono, y han enriquecido nuestra alabanza y nuestra celebración de la gracia salvífica de Dios durante generaciones».
«Sus himnos -añadió– que saben conciliar el lenguaje elocuente y la profundidad teológica de las escrituras con la fe de la Iglesia a través de los siglos, contienen temas que reflejan la convergencia entre metodistas y católicos sobre aspectos fundamentales de la fe cristiana».
«Los himnos de Charles Wesley –subrayó–, aunque contienen algunas referencias que podrían dolernos, ya que reflejan el contexto polémico del tiempo en que fueron escritos, son un don a acoger, prestando atención a la plena comunión en la fe, en la misión y en la vida sacramental, que es el objetivo del diálogo entre católicos y metodistas».
«Confío en que nuestro diálogo continúe», afirmó por último el purpurado alemán.
En 2006, dos importantes etapas marcaron el camino hacia la plena comunión entre católicos y metodistas: en mayo del año pasado, la Comisión Internacional de Diálogo Católico-Metodista concluyó la redacción de su último documento, titulado «La gracia que os ha sido dada en Cristo: católicos y metodistas profundizan la reflexión sobre la Iglesia».
Las principales diferencias entre catolicismo y metodismo se concentran en el ámbito de la eclesiología, por tanto este documento, sobre la naturaleza y la misión de la Iglesia, puede servir de base para afrontar la sacramentalidad eclesial, la ordenación, el ministerio episcopal en la sucesión apostólica, y el ministerio petrino.
En julio del mismo año, en Seúl (Corea del Sur), las iglesias que forman parte del Consejo Metodista Mundial aprobaron la Declaración Metodista de adhesión a la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, el acuerdo firmado en Augsburgo, en 1999, por la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial.
La Iglesia Metodista, que tiene en todo el mundo unos cincuenta millones de fieles, permanece fundamentalmente «episcopal» (residuo de su origen anglicano), en cuanto gobernada por obispos, sin que éstos desempeñen la misma función que les atribuyen la Iglesia católica y la anglicana.
Su historia, en especial en el siglo XIX, estuvo llena de cismas mientras que, en el siglo XX, se asistió a varias fusiones: en 1932, nació en el Reino Unido la Iglesia Metodista; en 1968, se creó en Estados Unidos la Iglesia Metodista Unida, que cuenta con ocho millones y medio de miembros; en algunos países, en cambio, los metodistas confluyeron en «Iglesias Unidas», fundiéndose con denominaciones reformadas del primer protestantismo.
Hay luego denominaciones americanas (no episcopales) y afroamericanas, que han permanecido autónomas y no forman parte de las denominaciones mayores, ni del Consejo Metodista Mundial.
Por Mirko Testa, traducido del italiano por Nieves San Martín