El siglo XXI sigue siendo tiempo de mártires, constata el Papa

En el memorial de los testigos de la fe, junto a la Comunidad de San Egidio

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ROMA, lunes, 7 abril 2008 (ZENIT.org).- Los mártires, en particular los de los últimos tiempos, son la voz elocuente de la Iglesia que muestra al mundo cómo el amor y la fe son más fuertes que la muerte; explicó Benedicto XVI al visitar en la tarde de este lunes la Basílica de San Bartolomé, en la Isla Tiberina de Roma, memorial de los testigos de la fe de los siglos XX y XXI.

La visita sirvió además para conmemorar los cuarenta años de fundación de la Comunidad de San Egidio, surgida cerca de este barrio de la ciudad eterna, a la que Juan Pablo II encomendó ese templo que custodia recuerdos de mártires del ayer y del hoy del cristianismo.

Fue «una peregrinación» tras las huellas de testigos de la fe, no sólo de la Iglesia católica, sino también de otras confesiones cristianas,  recordados en este templo.

Entre ellos, se encuentra el cardenal mexicano Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado en Guadalajara en 1993; y el arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, a quien dispararon mientras celebraba misa en 1980.

La iglesia también recuerda a Franz Jägerstätter, joven campesino austriaco, padre de tres hijos, decapitado en 1943 por su oposición al nazismo; al padre André Jarlan, sacerdote asesinado en Chile en 1984, en un barrio popular de Santiago, donde ejercía su servicio pastoral junto a los pobres, o a los mártires de la persecución religiosa que tuvo lugar en España en los años treinta del siglo pasado.

Además, en el templo se conservan reliquias del apóstol Bartolomé y los restos de San Adalberto.

En este lugar, lleno de recuerdos, el Papa preguntó: «¿por qué estos hermanos mártires no han tratado de salvar a todo coste el bien insustituible de la vida? ¿Por qué han seguido sirviendo a la Iglesia, a pesar de las amenazas e intimidaciones?».

«Estos hermanos y hermanas en la fe constituyen una especie  de gran cuadro de la humanidad cristiana del siglo XX, un cuadro de las Bienaventuranzas, vivido hasta el derramamiento de sangre», dijo citando a Juan Pablo II, quien afirmaba que «el testimonio de Cristo hasta el derramamiento de la sangre habla con una voz más fuerte que las divisiones del pasado».

«Es verdad: aparentemente parece que la violencia, los totalitarismos, la persecución, la brutalidad ciega se revelan más fuertes, acallando la voz de los testigos de la fe, que pueden parecer humanamente como fracasados de la historia», reconoció.

«Pero Jesús resucitado ilumina su testimonio y comprendemos así el sentido del martirio», afirmó citando la frase de Tertuliano: «la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos».

«En el fracaso, en la humillación de cuantos sufren a causa del Evangelio, actúa una fuerza que el mundo no conoce», afirmo. «Es la fuerza del amor, inerme y victorioso, incluso en la aparente derrota. Es la fuerza que desafía y vence a la muerte».

«También este siglo XXI ha comenzado bajo el  signo del martirio», aseguró. «La convivencia fraterna, el amor, la fe, las opciones a favor de los más pequeños y pobres, que caracterizan la existencia de la comunidad cristiana, suscitan a veces una aversión violenta».

«Al  contemplar a estos héroes de la fe», el Papa invitó a «imitar la valentía y la perseverancia en el servicio al Evangelio, especialmente entre los pobres».

«Sed constructores de paz y de reconciliación entre quienes están enemistados. Alimentad vuestra fe con la escucha y la meditación de la Palabra de Dios, con la oración cotidiana, con la participación activa en la santa misa», dijo dirigiéndose a los miembros de la Comunidad de San Egidio.

En nombre de los presentes, saludó al Papa Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, quien explicó que estos mártires «no han vivido para sí», convirtiéndose en «escándalo para el mundo del siglo XX, que ha adoptado como suprema ley el «sálvate a ti mismo», gritado a Jesús bajo la cruz».

«Así sigue siendo todavía el mundo de nuestro siglo –añadió–.  ¡Y por desgracia, muchos cristianos siguen siendo asesinados en diferentes partes del mundo!».

La Comunidad de San Egidio nació en Roma, en 1968 y actualmente cuenta con más de 50.000 miembros, esparcidos en 70 países de diferentes continentes.

Más información en www.santegidio.org

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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