El episcopado afirmó que el nivel de descalificaciones personales y agresión verbal en algunos actores políticos durante el último tiempo no se corresponde con la responsabilidad que la ciudadanía les ha confiado.
«Resulta arbitraria la costumbre de diversas autoridades y dirigentes políticos de evaluar positivamente a las instituciones cuando sus decisiones son de su agrado, y de rechazar su legitimidad, amenazar con destituciones y aun convocar a desconocer sus decisiones cuando no lo son», sostuvieron.
También consideraron que los fallos del Tribunal Constitucional deben ser acatados, como los de cualquier tribunal. En este sentido, plantearon que «llamar a la desobediencia es un camino peligroso, que conduce al caos institucional» y expresaron su gratitud, solidaridad y respeto a quienes se han visto agredidos por expresar sus convicciones en defensa de la vida.
Respetar y acoger la vida
Con relación a la llamada «píldora del día después», los obispos manifestaron que su compromiso permanente en favor de la vida del que está por nacer les llama a rechazar tanto su distribución en el sistema público de salud como su comercialización en farmacias. Al respecto, sostuvieron que las opciones cotidianas de la gente en su amor y respeto por la vida requieren de una forma adecuada y de un contexto favorable que «debiera traducirse en que las familias puedan contar con ingresos suficientes, oportunidades de educación y empleo para acoger a los hijos y vivir en condiciones dignas».
Campaña electoral que escuche y acoja la participación de la gente
La declaración del Episcopado plantea que en el escenario electoral que se avecina resulta fundamental que se recupere para la política su finalidad propia que es el bien común, en un clima de amistad cívica. «Es de esperar que los candidatos y sus partidos políticos ofrezcan al electorado un debate de altura, poniendo sobre la mesa los temas que afectan y preocupan a los habitantes de las comunas, sin populismo ni demagogia».
Amistad cívica, valoración del diálogo y los acuerdos
Los pastores consideraron que no se han valorado en su justa medida los esfuerzos por establecer amplias bases de acuerdo sobre temas políticos, económicos y sociales. En ese sentido, estimaron necesario que se dignifique el servicio público: «No hay otra misión más noble al servicio de la sociedad civil que favorecer el bien común, y preocuparse de manera preferente por el bien de los marginados y desprotegidos (…) Los ciudadanos quieren ver a sus dirigentes, de los diferentes partidos políticos, dialogando para solucionar los grandes problemas, y no en permanente disputa y descalificación». Y destacaron también el bien que «harían los medios de comunicación social si difundieran las grandes votaciones, casi de consenso, a las cuales llega ese diálogo a la hora de aprobar la mayoría de las leyes».
Probidad y transparencia
Manifestaron los obispos que a todos -también a la Iglesia y sus organismos- corresponde desplegar esfuerzos por construir una sociedad honesta y transparente. «Sobre todo hoy, cuando el país enfrenta una difícil situación económica y energética, que se traduce en un alza de precios de bienes y servicios que golpea duramente a los sectores más modestos, resulta incomprensible que algunas personas no cumplan de manera responsable sus tareas de servicio público, o peor aún, que abusen de sus cargos públicos o privados para obtener dividendos económicos, escalar en posiciones de privilegio o ejercer influencias ajenas al nivel ético que la sociedad les exige. Cuando se falta a la transparencia y a la probidad se erosiona la confianza pública, esencial para una sana convivencia».
Soluciones que esperan
Finalmente, la Conferencia Episcopal hizo un llamado a autoridades y dirigentes a realizar todo lo que esté en sus posibilidades por resolver aquellas graves dificultades que enfrentan los sectores más pobres del país, y que continúan sin solución como una lista de asuntos «pendientes».
En particular, los obispos confían en que los aportes del Consejo Asesor Presidencial de Equidad y Trabajo den frutos de justicia social en materia de sueldo mínimo ético y de cancelación de imposiciones impagas. También dijeron esperar creatividad y eficiencia para abordar las causas de los problemas de inseguridad en las ciudades y que afectan sobre todo en las poblaciones pobres.
Si bien destacan los esfuerzos que se han hecho, enumeran algunos obstáculos que requieren una especial atención. «Se trata de las problemáticas laborales que surgen desde varios sectores productivos y sociales, y que plantean la necesidad de no recurrir a la violencia, sino a un mayor diálogo y a acuerdos que armonicen el desarrollo, la productividad y la sustentabilidad, por una parte, con la equidad, el bienestar y la paz social, por otra. Las crecientes demandas energéticas exigen con urgencia una política de Estado, con amplia y ponderada investigación, acompañada de la participación ciudadana; de este modo podrán superarse los desafíos éticos y de cuidado de la naturaleza que están implícitos».
Añadieron que «resulta auspicioso que los temas indígenas comiencen a tratarse con una perspectiva más amplia, reconociendo que para Chile son una riqueza las aportaciones de las culturas de los pueblos originarios».
Los obispos concluyen su Mensaje confiados en que de la vida nueva que brota del encuentro con el Señor surgirá la fuerza interior que será capaz de renovar las estructuras y transformar nuestra convivencia, y a la Virgen del Carmen confían sus anhelos y esperanzas.