GRANADA, miércoles, 23 abril 2008 (ZENIT.org).- «Las células madre embrionarias han fracasado; la esperanza para los enfermos está en las células adultas», es la tesis que expuso este martes en Granada la doctora Natalia López Moratalla, catedrática de Biología Molecular y Presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica.
Durante la conferencia, que organizaba la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia (ANDOC) en la Academia de Medicina de Granada, la investigadora afirmó que hoy la investigación «ha derivado decididamente hacia el empleo de las células madre o troncales «adultas», «que se extraen del propio organismo y que están ya dando resultados en la curación de enfermos».
Según López Moratalla, «hay ya cerca de 600 protocolos que utilizan células madre adultas, y no se ha presentado ninguno con células de origen embrionario». Las células adultas «poseen el mismo potencial de crecimiento y diferenciación de las células troncales embrionarias y sustituyen con creces a las posibilidades biotecnológicas soñadas para aquellas».
«Los últimos hallazgos sobre las posibilidades terapéuticas de las células madre adultas, ponen en entredicho abiertamente las dos grandes «promesas» propiciadas por la nueva ley española de biomedicina: el uso y creación de embriones para investigación y la llamada clonación terapéutica. A los graves reparos éticos ya conocidos (la destrucción indiscriminada de miles de embriones humanos), se unen evidencias científicas que cuestionan cada vez más su utilidad terapéutica», afirmó la investigadora.
«Las células madre embrionarias han fracasado. Ha caído, por el peso de su propia irracionalidad, el uso terapéutico de células provenientes de embriones generados por fecundación, o células humanas provenientes de la transferencia nuclear a óvulos (lo que se conoce por clonación terapéutica)», reiteró.
En este sentido, Natalia López Moratalla afirmó que «es una exigencia ética de la investigación dar una información veraz a la sociedad y que pueda decidir con conocimiento los aspectos de la política científica que le atañen; entre otros que pueda incentivar o frenar la dedicación de recursos a un campo prometedor, al tiempo que se evite crear expectativas irreales ante determinadas enfermedades, al menos a corto plazo».
»La expectación con que se recibieron las células troncales, y el hecho de que desde el inicio las células de adulto tuvieran que competir con las embrionarias, como alternativas a la gran promesa de curación de graves enfermedades, ocasionó que la divulgación de los avances se viera presionada por una cierta prisa en que mostraran su eficacia. Es preciso el esfuerzo por rodear a esta investigación de la serenidad que toda investigación requiere».
Por Inmaculada Álvarez