La Patrona de Costa Rica visitará la Ciudad de los Niños

En sus 50 años de lucha por la educación de la juventud

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AGUACALIENTE DE CARTAGO, martes, 29 abril 2008 (ZENIT.org).- En el año del cincuentenario de la Ciudad de los Niños de Costa Rica, el próximo 30 de abril la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica, peregrinará desde su basílica hasta la institución educativa, donde habrá varias celebraciones y una vigilia de oración por la juventud costarricense. 

El nacimiento y evolución de la Ciudad de los Niños, situada en Aguacaliente de Cartago, ha sido en sus cincuenta años de vida una auténtica carrera de obstáculos, según relatan los Agustinos Recoletos, que dirigen la institución, en su página web.

En 1961, la Asamblea Legislativa de Costa Rica aprobó la Ley de creación de la Ciudad de los Niños con el objetivo de «realizar una labor de conjunto en el campo del saneamiento moral, social y material de la niñez y de la juventud desamparadas».

El germen de la actual Ciudad de los Niños surgió al comienzo de la década de los 50 del siglo pasado en las monjas asuncionistas, que veían la difícil situación vital de no pocos niños y adolescentes en las calles de la capital, San José.

Luis Madina (1911-1984), agustino asuncionista que entonces dirigía la «Ciudad de los Muchachos», fundada por él en Vallecas, distrito obrero y pobre de Madrid, España, visitó Nueva York. Allí coincidió con Maria Saint-Arsène, religiosa asuncionista de Costa Rica. Las autoridades eclesiásticas y civiles de Costa Rica tomaron nota de los informes de la religiosa y pidieron a los asuncionistas el traslado de Madina a Costa Rica para iniciar su proyecto.

En marzo de 1958 el asuncionista español está ya en Costa Rica y nace así, aunque todavía en un proyecto de papel y sueños, la Ciudad de los Niños.

Con el pasar del tiempo, el padre Madina, que tuvo no pocas dificultades, se va y los agustinos recoletos recogen el testigo de una obra difícil y llena de obstáculos. La reciben sin recursos y con una deuda de 200.000 colones en una larga lista de pagos atrasados a proveedores impacientes.

La Providencia y el trabajo de los religiosos se notan en unos meses. El agustino recoleto Javier Igal recuerda un conmovedor episodio de aquellos tiempos: «En 1966 los presupuestos no daban para más. La fábrica de pasta y fideos negó más crédito. Lo mismo hicieron los que proveían harina, azúcar, alubias, arroz… Nos hicieron descargar la camioneta de víveres en público, porque les debíamos 25.000 colones. Con las manos y la camioneta vacíos, y llorando de impotencia, volví aquel sábado a la Ciudad. No tenían qué comer. Un matrimonio se enteró de lo sucedido y nos llamó para que fuésemos a su almacén. Cuando llegué, me dijeron: «Mientras en este almacén haya grano, la Ciudad de los Niños lo tendrá».

En 1982 se llevó a cabo un proyecto de fabricación de sillas de ruedas en el Taller de Soldadura. Se emprendieron también los primeros proyectos agropecuarios para poner en rendimiento la finca y sacar de ella sustento para los alumnos.

En enero de 1968 ya son 250 los alumnos albergados. Eso implica un sobreesfuerzo continuo para alimentarlos y educarlos. Esos primeros años fueron muy aleccionadores, con promesas incumplidas o situaciones de mucho dolor; y, al mismo tiempo, llenos de providencia y de ayudas que llegaban en los momentos más necesarios y del modo más inesperado.

Con el correr de los años ha habido cambios estructurales tanto en la gestión como en la imagen física de la Ciudad.

Si en 1990 el presupuesto anual era de unos 30 millones de colones al año, al final de esa década ya se había quintuplicado la cifra: 150 millones. Hoy se necesitan 460 millones anuales para ofrecer un servicio educativo de calidad.

Se cuidan valores como la ecología y el arte estético: la Ciudad es hoy un museo al aire libre de esculturas de piedra y metal. Una nueva biblioteca o una sala de Internet abren la mentalidad de los jóvenes aún más hacia el mundo y la cultura. Una sala de juegos ofrece un espacio lúdico donde se aprende jugando.

Desde 2007, es oficialmente la Escuela Técnica San Agustín y su objetivo es integrar en un solo programa la educación técnica y la académica. Ningún alumno graduado en la Ciudad saldrá de ella sin llevar bajo el brazo sus títulos oficiales y reconocidos.

La Ciudad también se ha convertido en un referente espiritual. Cientos de personas acuden a ella semanalmente por sus celebraciones litúrgicas, en un espacio que invita luego a las familias a pasear y disfrutar de la naturaleza.

Por la Ciudad de los Niños han pasado en estos 50 años alrededor de 9.000 adolescentes. Cada curso hay unos 350 alumnos y unas 70 graduaciones anuales.

 

El próximo 30 de abril la Ciudad de los Niños vivirá uno de los momentos centrales del cincuentenario de su fundación, en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona del país, informa a Zenit Fr. José Ignacio Jiménez Castellanos, de la Ciudad de los Niños.

El 30 de abril se abrirán las celebraciones con una misa solemne presidida por el obispo de Cartago, monseñor José Francisco Ulloa. Terminada la eucaristía, una procesión llevará la imagen de la Patrona por las calles de Cartago, partiendo de la Basílica y acabando en el Templo de Nuestra Señora de la Consolación de la Ciudad de los Niños.

Se cerrará la procesión con el rezo del Rosario. La imagen permanecerá allí todo el día. Por la noche, se celebrará una solemne vigilia de oración por la Juventud de Costa Rica, en la que participará toda la comunidad educativa de la Ciudad de los Niños.

El 1 de mayo se iniciará con el Rosario de la Aurora en el templo de Nuestra Señora de la Consolación. Luego se celebrarás una solemne Eucaristía presidida por el agustino recoleto Ángel San Casimiro, obispo de Alajuela.

Terminada la eucaristía, una procesión devolverá la imagen a su templo, la Basílica Nacional de Nuestra Señora de los Ángeles de Cartago. Y al mediodía se celebrará el canto de la Salve que pondrá fin a uno de los actos más solemnes y esperados del cincuentenario de la Ciudad de los Niños: la visita de la patrona de Costa Rica a sus instalaciones.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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