CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 3 mayo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos un pasaje de la presentación que ha escrito el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, del mensaje enviado por Benedicto XVI con el tema: «Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla» con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra este domingo, 4 de mayo.
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Se trata de un tema importante; me atrevo a decir que es un tema decisivo, ya que nos conduce al corazón de preguntas delicadas que intentaré subrayar, de las cuales todos vosotros ya sois conscientes pues las enfrentáis en primera persona durante vuestro trabajo cotidiano.
Cuando decimos que estos medios están en la encrucijada entre el protagonismo y el servicio, no se puede dejar de recordar lo que escribía ya en 1967 el Papa Paolo VI en el momento de proponer la Primera Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. En 1967, en sintonía con el Concilio Vaticano II que acababa de concluir, Pablo VI afirmaba que la Iglesia «se siente íntimamente solidaria con el género humano y con su historia». Sin embargo, ya desde ese entonces advertía, que si la «grandiosidad del fenómeno, que reviste a cada persona y a toda la comunidad humana, es motivo de admiración y de complacencia», al mismo tiempo añadía que ese fenómeno «nos hacía pensar y preocupar».
Por qué la preocupación? Pablo VI advertía con claridad que en relación a los medios «se apela a la responsabilidad de todos». A más de cuarenta años de distancia de aquella afirmación, se ve que su intuición era acertada y actual; y no se refiere a una responsabilidad genérica, sino que apela al individuo en particular, a cada operador de los medios.
En efecto, hoy en día los medios pueden ser instrumentos de nuestra esperanza, «pueden y deben ser instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario», como escribe Benedicto XVI en su mensaje.
No es casual que el Papa mencione – aunque brevemente – el rol precioso que los medios han tenido y continúan teniendo «de manera decisiva». Quizás haciéndonos entender con esta frase que nuestro cansancio diario como operadores humildes y, tantas veces, desapercibidos, se transforma en parte de una historia preciosa. Por el mismo motivo Benedicto XVI no sólo se limita a insinuar, sino que señala casi como una reseña los distintos sectores de la vida humana y de la convivencia de los pueblos donde los medios son una verdadera riqueza, una bendición para todos: «la alfabetización, la socialización, el desarrollo de la democracia y el diálogo entre los pueblos».
Al mismo tiempo, el Papa sabe y advierte, con clara lucidez, que «desgraciadamente, existe el riesgo de que estos medios se transformen en sistemas dirigidos a someter al hombre a lógicas dictadas por intereses dominantes». Este es el desafío de los medios, desafío que nosotros, en la cotidianidad, debemos afrontar para ser hombres solidarios con todos los hombres.
Estas reflexiones del Papa son un regalo para cada uno de nosotros de parte de un hombre de fe que ha pasado toda la vida aceptando la fatiga del estudio en la búsqueda continua de la verdad, que supo y continúa sabiendo pensar con libertad. Una de estas reflexiones es que «los medios pueden ser utilizados… para «crear» los eventos mismos.» ¿Y si los medios, más que relatar los eventos, los «crean»; qué sucede en relación al ser humano? Ciertamente, parecería correcto afirmar que la delicadeza y la amplitud de nuevas situaciones deberían impulsarnos a todos a hablar de «info-ética» para señalar directa y eficazmente la dimensión del problema.
Es lo que el Papa señala cuando escribe:» Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una «info-ética», así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.» Palabras de Benedicto XVI que nos alertan todavía más cuando las comunicaciones sociales están profundamente ligadas al hombre y, por tanto, invitándonos a defender celosamente a la persona humana en todos sus ámbitos y en todo lo que el hombre es y está llamado a ser.
Ciertamente son palabras que nos animan. Si los medios son un desafío, antes que nada son un desafío para la inteligencia humana. Y la Iglesia no tiene miedo de la inteligencia, ni de la razón. Y si en el documento conciliar Gaudium et spes la Iglesia afirma con alegría que «quien sigue a Cristo, el hombre perfecto; se transforma el mismo en más hombre»; se puede afirmar que quien ayuda al hombre a conocerse a sí mismo y a buscar la verdad, encuentra a Cristo. Es por esto que la frase del Evangelio de San Juan «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8,32) es guía y ayuda para afrontar el desafío que hoy la sociedad dirige a los medios, a sus operadores y a todos sus receptores: la búsqueda de la verdad – que es posible encontrar – es camino para la comunión entre las personas y los pueblos.