MADRID, jueves, 8 mayo 2008 (ZENIT.org).- Lola Velarde, presidenta de la sección europea del Instituto de Política Familiar (el IPF European Network), ha sido recientemente nombrada miembro del Consejo Pontificio para los Laicos. A este Consejo se designa consultores, por un periodo de tres años, a laicos destacados de todo el mundo.
El Instituto de Política Familiar (www.ipfe.org), que a nivel internacional está presidido por el laico español Eduardo Hertfelder, nació en Madrid hace ocho años como una iniciativa de carácter civil dedicada a estudiar la realidad de la familia a nivel nacional e internacional, con datos estadísticos oficiales de los distintos países. Entre otras cuestiones, se analiza el impacto del divorcio, del descenso de la natalidad, la situación económica, las ayudas sociales, etc. Actualmente tiene presencia, aparte de España, en Francia, Noruega, Hungría, México, Colombia y Argentina.
–Este nombramiento como consultora del Consejo Pontificio para los laicos, teniendo en cuenta la institución que usted preside, ¿qué relación tiene el papel de los laicos con la cuestión de la familia?
–Lola Velarde: En este momento la familia es una prioridad social, no sólo en la Iglesia sino fuera de ella. En Europa, está alcanzando cada vez más protagonismo dentro de las políticas sociales, en cuanto al invierno demográfico, el aumento de las rupturas familiares y las consecuencias que esto tiene en los niños, en la educación, en la cultura…
La Iglesia, que no puede ser ajena a los problemas actuales, hoy es una de las principales voces que está llamando la atención sobre la importancia de la familia, sobre su papel fundamental. El Papa no para de hablar de esta cuestión, especialmente sobre la necesidad de fortalecer el sentido del matrimonio. Yo creo que hay una intención clara de llevar toda esta inquietud al Consejo Pontificio para los Laicos.
–Este nuevo acento en la importancia de la familia en la evangelización por parte de la Iglesia, ¿qué supone para instituciones como la que usted preside?
–Lola Velarde: Durante su pontificado el Papa Juan Pablo II ha insistido mucho en el papel de los laicos en general, en la vida pública y también en la política, y también lo está haciendo Benedicto XVI. En este sentido es donde puede encajar mi aportación, como mujer laica y que vive en familia, y también como mujer que ha participado en la vida política (fui Directora General de Juventud de la Comunidad de Madrid), y ahora desde la vida civil en el Instituto de Política Familiar.
Yo siento la necesidad personal de defender los valores familiares, y el hecho de que la Iglesia esté insistiendo tanto en esto, qué duda cabe que es como una confirmación de ese camino, y un aliciente para seguir trabajando, con más intensidad si cabe. Es una confirmación del camino que yo he emprendido personalmente, y también del trabajo que está realizando el Instituto.
–¿Cómo nació el IPF?
–Lola Velarde: el Instituto se fundó en el año 2000, fundado por Eduardo Hertfelder, que es también presidente de la Federación Internacional. Se funda en España, pero pronto comienza a extenderse tanto en Europa como en Hispanoamérica. Y nace porque se ve que, en el caso de España, una institución tan valorada y tan querida por todos los españoles no tenía sin embargo un reflejo en las políticas públicas. Había una ruptura entre lo que querían los ciudadanos y las políticas sociales, totalmente al margen de la familia, mientras que otros grupos o lobbies muy minoritarios que no tienen un respaldo social real tienen sin embargo muchísima incidencia en las políticas públicas.
Ahí vimos que había un hueco, una necesidad que cubrir, que era acercar a los que toman las decisiones, es decir, a los políticos y al canal que actúa de intermediario entre ellos y la sociedad, es decir, a los medios de comunicación, los problemas reales de las familias, así como aportar soluciones muy concretas, muy prácticas, que un político pueda comprender y llevar a la práctica, basadas en un análisis muy riguroso. Esta es la misión del Instituto desde entonces.
El informe más importante que realizamos es el Informe anual sobre la evolución de la familia en Europa. El próximo mayo presentaremos el informe del 2007 ante el Parlamento Europeo. Lo que hacemos en este informe es en tres vertientes: por un lado, analizar desde el rigor de los datos la situación de la familia, a través de una serie de indicadores relevantes relacionados con ella; en segundo lugar, se analizan las políticas familiares que se están llevando a la práctica en los diversos países, con un análisis comparativo entre ellos; y en tercer lugar propuestas concretas que, a la luz de este análisis consideramos que son urgentes para implantar una verdadera y eficaz política familiar, tanto a nivel familiar como europeo.
Este informe se presenta a los miembros del Parlamento Europeo, a la Comisión Europea y a los medios de comunicación, precisamente para que estas propuestas lleguen a los que toman decisiones.
El IPF tiene estatus consultivo ante Naciones Unidas, mientras que en Europa formamos parte del Intergrupo para la Familia y la Infancia, y participamos en los actos en los que las entidades civiles tienen cabida dentro de las instituciones europeas.
–Ustedes han analizado las políticas familiares de todos los países que actualmente forman la Unión Europea. De todos los problemas que parece tener la familia en Europa -baja natalidad, falta de apoyos económicos, legislaciones ambiguas, etc.- ¿cuál cree usted que es el mayor de todos?
–Lola Velarde: A mí me parece que el problema más grave y doloroso es la ruptura familiar. Según los datos que tenemos, la ruptura familiar en Europa en los últimos 15 años ha afectado a más de 21 millones de niños. Este dato es dramático, porque hay evidencias científicas de sobra para afirmar que la familia es el ámbito más adecuado para el desarrollo de un niño.
Por lo tanto, todas las políticas familiares deberían tener como primer objetivo el fortalecimiento de la institución del matrimonio, la resolución de las crisis, el afrontamiento de las dificultades, por un bien mayor, que es la unidad de la familia, para los propios esposos y para los hijos.
–¿Cree usted que los gobiernos europeos son conscientes de que el gran problema está ahí?
–Lola Velarde: Probablemente no. Si se es consciente del problema demográfico. Sobre esto hay más sensibilidad, ya que el problema demográfico va unido a un problema económico, que es el descenso de la población activa que permitirá en el futuro sostener las pensiones y la Seguridad Social. Pero no se hace un análisis a fondo de las causas -con alguna excepción, como un reciente informe que señalaba la marginación social, la drogadicción y el fracaso escolar como consecuencias de la ruptura familiar-.
Hay otro problema, y es la fuerte ideologización de las instituciones, como yo he podido constatar, dentro de la estructura de las Naciones Unidas y de las instituciones europeas. Se trata de una serie de minorías muy ideologizadas y muy sectarias que están teniendo una enorme influencia en las resoluciones que salen del Parlamento Europeo, del Consejo de Europa y de las Naciones Unidas.
Estas minorías no reflejan en absoluto el sentir de la gente de la calle, pero están impregnando las instituciones, y estas ideologías son muy contrarias a la familia. Una de ellas es la ideología de género, que considera entre otras cosas que la familia es una lacra social porque impide la plena realización de la mujer.
–Respecto al caso concreto de España, y enlazándolo con lo que pasa en Europa, muchos analistas están c
onvencidos de que las políticas que está promoviendo el actual Gobierno están inspiradas por la Unión Europea. ¿Eso es cierto?
–Lola Velarde: Ha habido una serie de resoluciones del Parlamento Europeo (que no tienen fuerza legal) en el mismo sentido que las polémicas leyes españolas. Lo cierto es que uno puede apoyarse en esas «recomendaciones» para promover unas políticas determinadas, pero lo hace de forma voluntaria, porque los temas de familia son de competencia nacional, no de competencia europea.
Ciertamente, lo que está ocurriendo en España está relacionado con lo que está ocurriendo en Europa y en la ONU. No es una estrategia particular de nuestro Gobierno, sino que forma parte de una estrategia más amplia, como comentaba antes, de ciertos sectores muy ideologizados.
También es verdad que España, en este sentido, está siendo la punta de lanza, ahora mismo el Gobierno español es el protagonista y máximo impulsor de esta ideología en el mundo. Dentro de Europa, España está siendo como el campo de pruebas de cómo implantar estas ideologías contrarias a la familia y a los valores cristianos y humanos, y además en un país de tradición católica, porque si lo pueden hacer aquí, lo pueden hacer en cualquier otro sitio. En este sentido, hay un vínculo entre lo que ocurre en España y lo que ocurre en Europa, ciertamente.
–¿Cree usted que esta «racha ideológica» pasará?
–Lola Velarde: Yo creo que eso depende de lo que hagamos nosotros. Pasará o no pasará dependiendo de que haya personas que tengan convicción y fortaleza para luchar por determinados valores. Porque esto no hay quien lo pare.
En España se está viendo, yo creo que hay un gran despertar en este sentido, en defender los principios más profundos, la familia, la vida humana, las libertades… Son cuestiones básicas, y si nos mantenemos firmes en su defensa, con liderazgo y sin complejos, transmitiendo algo que es tremendamente positivo y atractivo, habrá quien lo siga, cada vez más, y eso acabará teniendo un reflejo en las políticas públicas.
Yo he podido constatar que en el resto de Europa miran a España en este sentido con admiración. La movilización social que ha habido por parte de las asociaciones familiares , el hecho de que las manifestaciones o la reciente fiesta de la Familia del 30 de diciembre haya convocado a más de un millón de personas, en el resto de Europa lo miran muy impresionados. También en Italia ha habido una actividad muy esperanzadora.
–Por último, personalmente, ¿cómo ha recibido este nombramiento?
–Lola Velarde: En primer lugar, con mucho agradecimiento, me siento privilegiada al poder compartir con personas tan prestigiosas mi labor. En segundo lugar, con agradecimiento por el respaldo que supone para el IPF y para todos los que trabajan en él. Y por último, con un gran deseo de ser fiel a esta misión, porque si Dios quiere que esté ahí será para que aporte algo. Soy consciente de que tengo que intensificar la oración, y sé que hay mucha gente rezando por mí.
Por Inmaculada Álvarez