CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 11 mayo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI afirmó este domingo que sólo el diálogo, la comprensión y la búsqueda de un compromiso razonable podrán salva al Líbano y a sus instituciones, hundidos en una gravísima crisis.
La crisis estalló esta semana que acaba de terminar después de que el gobierno decidiera desmantelar la red comunicaciones de Hizbulá (el Partido de Dios). Como reacción, ésta fuerza militante islamista se hizo con el control de la mayoría de los barrios musulmanes de la capital entre el jueves y el viernes, tras intensos enfrentamientos con seguidores de la mayoría parlamentaria.
Al rezar a mediodía el Regina Caeli junto a 40.000 peregrinos, el Papa aseguró que ha seguido «con profunda preocupación, en los días pasados, la situación en el Líbano, donde al estancamiento de la iniciativa política le ha seguido en un primer momento la violencia verbal y después los enfrentamientos armados, con numerosos muertos y heridos».
Los enfrentamientos, los más violentos desde el fin de la guerra civil libanesa (1975-1990), han causado al menos 36 muertos y 128 heridos.
«Considero hoy un deber exhortar a los libaneses a abandonar toda lógica de contraposición agresiva que llevaría a su querido país hacia lo irreparable», aseguró el Santo Padre.
Según el obispo de Roma, «el diálogo, la comprensión mutua y la búsqueda del compromiso razonable son el único camino que puede restituir al Líbano sus instituciones y a la población la seguridad necesaria para una vida cotidiana digna y llena de esperanza en el mañana».
Citando a Juan Pablo II, Benedicto XVI consideró que el Líbano tiene la vocación «de ser para Oriente Medio y para todo el mundo signo de la real posibilidad de pacifica y constructiva convivencia entre los hombres».
Las diferentes comunidades que lo componen, señaló, son al mismo tiempo «una riqueza, una originalidad y una dificultad. Pero hacer vivir el Líbano es una tarea común de todos sus habitantes».
El Papa pidió a los creyentes que imploren del Omnipotente «una abundante efusión del Espíritu Santo, el Espíritu de la unidad y de la concordia, que inspire en todos pensamientos de paz y de reconciliación».