Cómo y por qué reconoce la Iglesia las apariciones de la Virgen

Aclaración tras la aprobación oficial de las apariciones de Laus (Francia)

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ROMA, miércoles, 14 mayo 2008 (ZENIT.org).-  El pasado 4 de mayo, durante una misa celebrada en la ciudad de los Alpes franceses de Laus, el obispo de Gap, monseñor Jean-Michel di Falco, notificó la aprobación oficial de la Iglesia de las apariciones de la Virgen María a Benôite (Benedicta) Rencurel, de 17 años, entre 1664 y 1718.

Entre los asistentes estaban el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, el cardenal Sergio Sebastiani, presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, el cardenal Jorge Maria Mejía, archivista y bibliotecario emérito del Estado de la Ciudad del Vaticano, el obispo Renato Boccardo, secretario general del Estado de la Ciudad del Vaticano, y otros cardenales, obispos y abades franceses, y el nuncio apostólico en Francia, el arzobispo Fortunato Baldelli.

Monseñor di Falco recordó que éstas son las primeras apariciones marianas reconocidas oficialmente en el siglo XXI por la Iglesia en Francia y por la Santa Sede. Es la primera vez que un acontecimiento tan singular ocurre desde las apariciones de Lourdes en 1862.

Monseñor di Falco recordó que «nadie está obligado a creer en las apariciones, incluso en aquellas reconocidas oficialmente; pero sí son una ayuda en nuestra fe y nuestra vida diaria ¿Por qué habría que rechazarlas?».

El santuario de Nuestra Señora de Laus atrae unos 120.000 peregrinos al año.

A raíz del reconocimiento de las apariciones el padre Salvatore M. Perrella, experto profesor de dogmática y mariología en la Pontificia Facultad Teológica Marianum, en Roma, ha aclarado los criterios que utiliza la Iglesia para determinar la legitimidad de las apariciones marianas.

En un artículo aparecido en «L’Osservatore Romano», explica la diferencia entre visión y aparición. La primera es de índole espiritual, mientras que la segunda es de orden físico, es decir que existe la experiencia real y sensible de quien se aparece.

Actualmente se les pide «al obispo diocesano, al arzobispo metropolitano –en tiempos más recientes a las conferencias episcopales del territorio– y al Papa el discernimiento sobre la veracidad de los hechos presentados».

Indicó que «la Congregación para la Doctrina de la Fe, después de cuatro años de estudio desde noviembre de 1974, redactó, el 25 de febrero de 1978, un documento interno y supersecreto, con la firma del cardenal prefecto Franjo Šeper, para ser utilizado por las autoridades eclesiásticas competentes que lleva por título: «Normae S. Congregationis pro Doctrina Fidei de modo procedendi in iudicandis praesumptis apparitionibus ac revelationibus» (Normas de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el modo de proceder para juzgar las presuntas apariciones y revelaciones)».

El experto señaló que este dicasterio vaticano establece que para proceder con la verificación, se obtenga «información precisa sobre los hechos bajo observación y la reunión de testimonios de los signos de fe, examen del mensaje sujeto en el hecho sobrenatural, que no debe estar en contra de la fe cristiana, diagnóstico médico-psicológico para garantizar la salud y normalidad del vidente, y también para descartar la posibilidad de fenómenos alucinatorios; nivel de educación del vidente, su conocimiento de la doctrina, su vida espiritual, su grado de comunión eclesial, frutos espirituales, como el retorno de la fe de los alejados; moralidad y eclesialidad de la existencia, cooperación en la evangelización del mundo, cultura y costumbre, eventuales curaciones milagrosas que se reciben en razón de la referida revelación privada, el juicio de la Iglesia».

Tras minuciosos exámenes de los hechos referidos a una aparición, dijo el sacerdote, la Iglesia «aprobó durante el curso de la historia 11 apariciones de 295 propuestas para su indagación, entre las cuales la 12ª es la referida a Nuestra Señora de Laus».

«Una vez verificadas y autenticadas por la autoridad eclesiástica, las manifestaciones extraordinarias consienten la libertad de adhesión, porque la fe se presta sólo a la revelación pública de Dios concluida con la muerte del último de los Apóstoles», precisó el experto italiano.

Tras explicar que las apariciones son una gracia «dada gratuitamente del Cielo», el padre Perrella recordó que si bien éstas ayudan a incrementar la fe de las personas, «no amplifican la Revelación dada con la Sagrada Escritura a la Iglesia, sino que ayudan a hacerla actual en un determinado tiempo».

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ZENIT Staff

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