ROMA, jueves, 15 mayo 2008 (ZENIT.org).- La economía no siempre entra en los planes de estudios de los seminaristas. Pero es fundamental para la labor pastoral de los sacerdotes. Con este convencimiento, el Instituto Acton, que promueve una sociedad basada en la economía libre y el fomento de la virtud, ha propuesto por primera vez un concurso de ensayo para seminaristas sobre la aplicación de la doctrina social de la Iglesia a contextos locales concretos.
Han sido 16 los seminaristas que han participado este año en el proyecto del Instituto Acton destinado a conectar los estudios teológicos con la realidad social y tres los ganadores, de Colombia, Ruanda y Brasil respectivamente.
El concurso sobre «Doctrina Social de la Iglesia y asuntos contemporáneos: como promover usar la creatividad pastoral para promover la dignidad humana» ha tenido lugar en el Colegio Pontificio Maria Mater Ecclesiae de Roma, cuya dirección está confiada a los Legionarios de Cristo, y en la que viven estudiantes diocesanos de todo el mundo.
Los ganadores son Carlos Mario Gómez Álvarez (diócesis de Sonsón Rionegro, Colombia), Gamaliel Niyonsaba (diócesis de Cyangugu, Rwanda) y Eduardo Augusto Zanom (diócesis de Las Palmas, Brasil).
Mientras Gómez ha estudiado el impacto de la doctrina social en los campesinos para luchar contra el tráfico de droga, Niyonsaba ha evaluado un programa de micro-crédito establecido por los obispos y Zanom se ha ocupado de un proyecto para rehabilitar a personas drogodependientes.
El alma del proyecto es el padre Eamonn O’Higgins, el director espiritual del colegio. Kishore Jayabalan, director del Instituto Acton, revela que fue el sacerdote quien «se animó a aplicarlo en este colegio pontificio». «Nuestra idea –prosigue Kishore Jayabalan– es que en otros años se sumen a la iniciativa otros colegios en Roma».
Los ganadores han recibido un bono para comprar libros en una librería del Vaticano.
Después de la ceremonia de entrega, el director de este instituto ha dicho a Zenit que el concurso ha querido «dar la posibilidad a futuros sacerdotes de aplicar la doctrina social de la Iglesia –que todavía no se conoce suficientemente– ante problemáticas socio-económicas actuales».
Para el director, «el estudio de la economía permite comprender mejor el nexo entre teoría y realidad, sobretodo cuando se examinan la producción y la distribución de bienes y servicios materiales».
«La economía es tildada a menudo de ciencia triste, pero en una óptica más positiva, la economía es necesaria para entender cómo se genera la riqueza, qué es la pobreza absoluta y cómo se puede erradicar lo que la Iglesia considera escandaloso en la era moderna», continua el director, que anteriormente ha trabajado en el Consejo Pontifico para la Justicia y la Paz y en la Misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas de Nueva York.
«La economía representa también un modo para reflexionar sobre la tutela de la creación de Dios, viviendo sus enseñanzas, cultivándolas y manteniéndolas vivas», sugiere.
Aunque los futuros sacerdotes no se dedicarán a estos temas, precisa el director: «La vocación de los sacerdotes consiste en predicar el Evangelio de Jesucristo, no en enseñar a la gente la economía del libre mercado», pero añade que «cuando se les pide qué dice la Iglesia sobre justicia social, derechos de los trabajadores, propiedad, comercio… esperamos que sean capaces de ofrecer respuestas que reflejen la conciencia de cómo el don de Dios de la creatividad humana y del talento empresarial pueden resolver muchos problemas hoy día».
Por Miriam Díez i Bosch