CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 25 mayo 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo, en el que muchos países celebraban en Corpus Christi, con motivo de la oración mariana del Ángelus, en el día
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Queridos hermanos y hermanas:
En Italia y en varios países, hoy se celebra la solemnidad del Corpus Christi, que en el Vaticano y en otras naciones ya se celebró el jueves pasado. Es la fiesta de la Eucaristía, don maravilloso de Cristo, que en la última cena quiso dejarnos el memorial de su Pascua, el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, prenda de inmenso amor por nosotros.
Hace una semana, nuestras miradas eran atraídas por el misterio de la Santísima Trinidad; hoy se nos invita a poner la mirada en la Hostia santa: ¡es el mismo Dios! ¡El Amor mismo! Esta es la belleza de la verdad cristiana: el Creador y el Señor de Todas las cosas se ha hecho «grano de trigo» para ser sembrado en nuestra tierra, en los surcos de la historia; se ha hecho pan para ser partido, compartido, comido; se ha hecho alimento nuestro para danos la vida, su misma vida divina. Nació en Belén, que en hebreo significa «Casa del pan», y cuando comenzó a predicar a las muchedumbres reveló que el Padre le había enviado al mundo como «pan vivo bajado del cielo», como «pan de la vida».
La Eucaristía es escuela de caridad y de solidaridad. Quien se alimenta con el Pan de Cristo no puede quedar indiferente ante quien, incluso en nuestros días, carece del pan cotidiano. Muchos padres logran a duras penas encontrarlo para sí y para sus niños. Es un problema cada vez más grave, que le cuesta resolver a la comunidad internacional. La Iglesia no sólo reza «danos hoy el pan de cada día», sino que, siguiendo el ejemplo del Señor, se compromete de todas las maneras por «multiplicar los cinco panes y los dos peces» con innumerables iniciativas de promoción humana, compartiendo lo imprescindible para que a nadie le falte lo necesario para vivir.
Queridos hermanos y hermanas: que la fiesta del Corpus Christi sea una ocasión para crecer en esta atención concreta a los hermanos, especialmente los pobres. Que nos alcance esta gracia la Virgen María, de quien el Hijo tomó su carne y sangre, como repetimos en un célebre himno eucarístico, llevado a la música por los más grandes compositores: «Ave verum corpus natum de Maria Virgine«, y que se concluye con la invocación: «O Iesu dulcis, o Iesu pie, o Iesu fili Mariae!«.
Que María, quien al llevar en su seno a Jesús fue el «sagrario» viviente de la Eucaristía, nos comunique su misma fe en el santo misterio del Cuerpo y de la Sangre de su Hijo divino para que se convierta verdaderamente en el centro de nuestra vida. En torno a la Virgen nos volveremos a encontrar el próximo sábado, 31 de mayo, a las 20.00 horas, en la plaza de San Pedro, con motivo de una celebración especial de clausura del mes mariano.
[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano comenzó diciendo:]
[En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de las Parroquias de Santa Teresa, de Toledo, y de Santa María, de Los Yébenes, así como a los miembros de la Obra de la Iglesia, que participan en esta oración mariana. En este día, en el que en algunos lugares se celebra la solemnidad del Corpus Christi, os invito a participar activamente en la Eucaristía y a venerar con devoción el Santísimo Sacramento, para que experimentemos constantemente el fruto de la redención. Feliz domingo a todos.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 – Libreria Editrice Vaticana]