CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 mayo 2008 (ZENIT.org).- Los santos Cirilo y Metodio nos recuerdan que el Evangelio contribuye a la edificación de la sociedad, en la búsqueda del bien común, y al patrimonio cultural de un pueblo, sintetiza Benedicto XVI.
Es lo que afirmó el sábado al recibir en audiencias separadas a las delegaciones civiles y religiosas ortodoxas de Bulgaria y Macedonia, con motivo de la fiesta de los dos santos del siglo IX, quienes pusieron con su predicación en tierra eslava las bases de «una amigable convivencia entre los pueblos».
La fiesta de los santos Cirilo y Metodio, hermanos originarios de Tesalónica (actual Salónica, Grecia), proclamados patronos de Europa junto a san Benito abad el 31 de diciembre de 1980 –por Juan Pablo II con la carta apostólica «Egregiae virtutis»–, está señalada en el calendario ortodoxo el 24 de mayo. La Iglesia latina celebra en cambio su memoria litúrgica el 14 de febrero.
Hablando a la delegación ortodoxa proveniente de Bulgaria y guiada por Ivajlo Kalfin, viceprimer ministro y titular de la cartera de Exteriores del país, el Papa dijo que «el Evangelio […] no debilita cuanto de auténtico se encuentra en las diversas tradiciones culturales, sino que ayuda al hombre de todos los tiempos a reconocer y a realizar el bien auténtico, iluminado por el esplendor de la verdad».
«Tarea por tanto de los cristianos -advirtió- es mantener y consolidar el intrínseco vínculo existente entre el Evangelio, la misión de los discípulos de Cristo y su respectiva identidad cultural».
En este sentido, «redescubrir las raíces cristianas es importante para contribuir a construir una sociedad en la que estén presentes los valores espirituales y culturales que brotan del Evangelio».
Por esto, afirmó el Papa, a la obra de evangelización «hay que continuar mirando todavía hoy porque es un modelo de inculturación de la fe, en sus elementos esenciales, incluso en la época postmoderna».
Dirigiéndose a la delegación guiada por Nikola Gruevski, presidente del Gobierno de la República de Macedonia, el Pontífice observó que el «luminoso testimonio espiritual» de los dos santos nos «indica una verdad perenne a redescubrir cada vez más: sólo a partir de Dios la esperanza puede resultar fiable y segura».
«Esta esperanza -añadió- se hace realidad tangible cuando las personas de buena voluntad en todo el mundo, […] imitando el ejemplo de Jesús y fieles a su enseñanza, se dedican sin descanso a poner las bases de la amigable convivencia entre los pueblos, en el respeto de los derechos de cada uno y buscando el bien de todos».
Por último, Benedicto XVI concluyó auspiciando que, a ejemplo de los dos copatronos de Europa, los «vínculos de amistad» entre la Iglesia Católica y Macedonia, así como con Bulgaria se hagan cada vez más «fraternos y solidarios».
Traducido del italiano por Nieves San Martín