Arzobispo Celli: El comunicador católico debe responder a la "nostalgia de Dios"

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Intervención ante profesionales católicos de la comunicación de EE. UU. y Canadá

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TORONTO, jueves, 29 mayo 2008 (ZENIT.org).- La vocación del comunicador católico consiste en ofrecer respuestas a la búsqueda de Dios, que se hace particularmente evidente en la soledad de muchas personas, afirma el encargado del Papa para la pastoral de los medios de comunicación.

Es el mensaje que el arzobispo Claudio Maria Celli ha dejado a los participantes en la Convención de los Comunicadores Católicos 2008 de Estados Unidos y Canadá, que se celebra en Toronto, del 28 al 30 de mayo sobre el tema: «¡Proclámalo sobre los tejados!». 

«Estoy convencido de que en el corazón humano se da un profundo anhelo de Dios, algo que yo llamaría ‘nostalgia de Dios'», comenzó explicando el presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales a los casi 500 participantes en la Convención.

«Este sentimiento se puede experimentar de una manera más inmediata cuando la persona tiene que afrontar la realidad de su soledad», dijo al auditorio, compuesto por miembros de la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y de Canadá, y de la Academia Católica de Profesionales de Artes de la Comunicación, así como a profesionales de oficinas de información de las diócesis y de otros sectores de la comunicación.

Según el prelado italiano, «en los momentos de soledad la persona no puede evitar la consideración de las cuestiones últimas sobre la vida y la muerte y el sentido de su propia existencia personal. Quizá es por este motivo que muchas personas tratan de evitar esos momentos de soledad y sienten la tentación de perderse a sí mismos en el mundo de la comunicación constante y de la perpetua ocupación».

«La cuestión que el individuo afronta en lo profundo de su propia soledad es la cuestión sobre la esencia de su propia soledad –indicó–. En última instancia, el individuo afronta una cuestión que no es meramente producto de su propia reflexión sino que surge de la existencia de cada persona».

«Si no prestamos atención a esta dimensión de la existencia humana, si nos hacemos los sordos al eco de la cuestión que revela un deseo de encontrar un destino que dé sentido a la vida humana, nunca podremos establecer una relación verdaderamente humana».

Por tanto, dijo, la comunicación, en particular para los comunicadores cristianos, exige «una apertura a este anhelo básico».

El prelado explicó que «hoy afrontamos desafíos sin precedentes, así como maravillosas posibilidades, a causa del rápido desarrollo de la innovación tecnológica que está revolucionando a la comunicación en sus diferentes formas».

«Los cambios culturales que han ocasionado estos desarrollos exigen una profunda reflexión y un pensamiento innovador de manera que podamos llegar mejor a los demás y comunicar mejor la Buena Nueva a toda la humanidad, ya sean católicos practicantes o no creyentes, ya sea que vivan en contextos religiosos o fuertemente secularizados».

«Nuestro mensaje es siempre el mismo –concluyó–: Jesús de Nazaret tiene que estar siempre en el corazón de nuestro anuncio. Ahora bien, la manera en que le presentamos en un mundo en continua evolución, la manera en que comunicamos su mensaje exige ser continuamente replanteada y adaptada al momento y al contexto», concluyó.

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ZENIT Staff

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