La peregrinación más antigua al Santuario de María de Guadalupe

Protagonizada por la diócesis de Querétaro

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MÉXICO, lunes, 21 julio 2008 (ZENIT.org-El Observador).- Por lo menos cincuenta mil peregrinos arribaron este domingo a la Basílica de Guadalupe, procedententes de la diócesis de Querétaro, en la peregrinación más antigua y más numerosa de las que cada año llegan, desde todos los rincones de México, a los pies de la Patrona de América.

Mujeres, hombres, ancianos y niños, todos en perfecto orden y con una inmensa devoción, cumplieron la cita anual de la Diócesis de Querétaro con la Virgen de Guadalupe, llegando al santuario más visitado del mundo desde las seis de la mañana, tras extenuantes jornadas de camino.  Cada grupo portaba estandartes donde pudo apreciarse el lugar de origen y de las parroquias a las cuales representaron.
 
Recordando el 50 aniversario de la peregrinación de las mujeres, y el 118 aniversario de los hombres, llegaron al santuario mariano después de una caminata de por lo menos una semana –los peregrinos que salieron de Querétaro– y de dos semanas y media, quienes partieron desde Neblinas, en los confines de la Sierra Gorda queretana, limítrofe con el estado de San Luis Potosí.

Tras la caminata hicieron ayer su entrada a la Basílica, donde los esperaba el obispo de Querétaro, monseñor Mario De Gasperín Gasperín y el rector del templo mariano más importante de México, monseñor. Diego Monroy.
 
Los peregrinos llegaron a este recinto llenos de fervor. En sus rostros se notó el beneplácito de los visitantes de llegar una vez más a los pies de la Virgen morena; cantando, danzando, vitoreando y alabando a la Virgen. 

50 años de peregrinación 
En entrevista para Zenit-Observador, la vicepresidenta de la Asociación de Peregrinas al Tepeyac 2008, Hilda García, explicó que «hace 50 años, oficialmente, se dio permiso por parte de la diócesis de Querétaro de que las mujeres peregrinaran a esta basílica. Antes veníamos a escondidas. En esta ocasión apoyamos a la peregrinación en vigilancia, seguridad y servicios médicos a 40 mil personas».
 
Al referirse a los circunstancias del camino la entrevistada aseguró que todos los participantes venían cantando, alegres, aunque en la zona de Tepejí llovió muy fuerte por tres días consecutivos. Y subrayó: «algunas salimos desde el 12 de julio para llegar a este santuario 18 días después».
 
Al arribo de la peregrinación, la Calzada de los Misterios s–que lleva a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México– se encontraba llena y fue cerrada por los miles de fieles que caminaban para llegar a su destino y poder ofrecer sus sufrimientos y sus alegrías a la «Morenita del Tepeyac», como le llamaba, familiarmente, el Papa Juan Pablo 11.
 
Ejemplo de fervor y entusiasmo para todos.
 
Monseñor Diego Monroy, rector de la Basílica, ofreció una rueda de prensa a los representantes de los medios de comunicación .  En ella  puntualizó: «Estas peregrinaciones a todos nos retroalimentan, nos benefician con su entrega y su compromiso; 50 años de las mujeres y 118 de los hombres, ¡es una gran motivación!. Yo los acompañe desde el camino y los recibo aqui, porque es la labor del rector de este santuario».
 
Más adelante monseñor Monroy subrayó que «nuestro país debe seguir caminando a pesar de sus pesares por un sendero de paz, de justicia, de progreso y de verdad porque la Virgen va a la cabeza por Jesucristo porque Ella nos dijo ‘hagan lo que diga mi hijo'».
 
Exhortó a que los bautizados seamos fermento de una situación nueva, «aunque nos veamos acechados por: el narcotráfico, alcoholismo, injusticia, corrupción hambruna, pobreza y miseria y este es el reto de los peregrinos que llegan para predicar el Reino de Dios».
 
Asimismo calificó a la  peregrinación de la Diócesis de Querétaro como la más grande y hermosa  de todas las de las diócesis del país. 
 
Beneficios espirituales de la peregrinación.

Por su parte, el obispo de Querétaro, monseñor Mario De Gasperín Gasperín agradeció a todos su presencia en un acontecimiento tan importante. 

«Es para nosotros un momento de gracia y bendición al escuchar la palabra de Dios y que nos hace reflexionar en nuestra vida. Esta peregrinación es una siembra para muchos padres y madres de familia y de esta manera ellos repercuten en sus hogares, comunidades y sociedades», señaló el titular de la Diócesis de Querétaro.
 
«Las personas que vienen quieren el bien de México, de nuestra patria y de nuestra Iglesia. Estoy muy contento de encabezar esta peregrinación y que la Virgen bendiga a todos los peregrinos, que siempre la tenemos presente. Y haremos la misa por nuestros hermanos migrantes ya que muchos están pendientes de este acontecimiento de esta peregrinación encomendándose a Dios», señaló el obispo De Gasperín  Gasperín.
 
También se refirió a los trabajos en su diócesis y explicó que los sacerdotes tienen un papel importante:»Dios nos ha bendecido con un buen número de sacerdotes y la mayoría son jóvenes. Tienen mucho entusiasmo para trabajar y pedirle a la Virgen que bendiga este esfuerzo».
 
El prelado queretano, que está celebrando su jubileo por 25 años de ordenación episcopal, encabezó la celebración eucarística en la capilla abierta de la Basílica,  acompañado de monseñor Diego Monroy y de por lo menos una veintena de sacerdotes.

En su homilía monseñor De Gasperín Gasperín destacó que «durante estos días de peregrinación, hemos orado y escuchado la palabra de Dios; hemos pedido perdón de nuestros pecados y prometido ser mejores; caminando hemos hecho un alto en nuestra vida y un propósito de ser gente de bien. En una palabra, Dios ha sembrado en nuestro corazón la semilla santa de su palabra».

Ante un templo y un atrio guadalupano llenos, el obispo De Gasperín subrayó que «hay muchos productores de maldad, partidarios del maligno. El trigo bueno es Jesucristo. Si lo aman y obedecen sus mandamientos, brillarán, el día del juicio final, ‘como estrellas en el firmamento, como el sol en el Reino del Padre’. La salvación de nuestra patria está en el cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios y en rezar y vivir el Padrenuestro».

Por Sergio Estrada

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ZENIT Staff

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