La Iglesia celebra el Día de los Abuelos

BUENOS AIRES, martes, 22 julio 2008 (ZENIT.org-AICA).- El próximo sábado 26 de julio la Iglesia católica celebra la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús. Por ello cada año se va imponiendo lentamente la costumbre de celebrar y homenajear en este día a los abuelos y a las personas mayores.

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La Conferencia Episcopal Argentina, a través del Área de Adultos Mayores del Secretariado Nacional para la Familia, ha enviado a los párrocos un afiche en el que con una frase del salmo 92 «En la vejez seguirá dando frutos», presenta a un hombre mayor feliz de tener en brazos a su nieto que le hace una caricia, e invita a las parroquias a que ese día se realice algún gesto que signifique ponderar la importancia de las personas mayores en la familia, en la parroquia y en la sociedad.

El afiche tiene, además, una leyenda a través de la que se adivina el respeto y el valor que se les debe dar a los mayores, porque ellos son dueños de una sabiduría y una memoria que sólo los altos años pueden atesorar. «No dejen de decirnos todo lo que saben, sus memorias, su sabiduría, su fe en Jesús». 

La experiencia de los abuelos frente a la crisis de la familia

     El 5 de abril de este año, el Santo Padre recibió a los participantes en la XVIII asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia que se celebró del 3 al 5 de abril, en la que se trató el tema: «Los abuelos: su testimonio y presencia en la familia».

     Tras poner de relieve que la Iglesia siempre reconoció la «gran riqueza de los abuelos desde el punto de vista humano y social, religioso y espiritual», Benedicto XVI recordó que «en el pasado, los abuelos tenían un papel importante en la vida y en el crecimiento de la familia. Incluso cuando la edad avanzaba, seguían estando presentes con sus hijos, con los nietos y quizá con los bisnietos, dando un testimonio vivo de atención, de sacrificio y de entrega cotidiana sin reservas».

     El Papa afirmó que con los «profundos cambios en la vida de las familias debidos a la evolución económica y social», algunos ancianos se dan cuenta de que «son un peso para la familia y prefieren vivir solos o en asilos, con todas las consecuencias que conllevan estas decisiones».

     «Por desgracia  -continuó-  se sigue difundiendo la ‘cultura de la muerte’, que amenaza también a la tercera edad. Con gran insistencia se llega incluso a proponer la eutanasia como solución para resolver ciertas situaciones difíciles». Por eso, «es necesario  -subrayó-  reaccionar siempre con fuerza ante lo que deshumaniza la sociedad. Hay que derrotar juntos toda marginación, porque los abuelos, las abuelas, los ancianos, no son los únicos que se ven arrollados por la mentalidad individualista, sino todos. Si los abuelos, como se dice a menudo, constituyen un precioso talento, hay que poner en práctica decisiones coherentes que permitan valorarlos mejor».

  
     El Papa pidió que «los abuelos vuelvan a ser una presencia viva en la familia, en la Iglesia y en la sociedad, que continúen siendo testigos de unidad, de valores fundados en la fidelidad a un único amor que genera la fe y la alegría de vivir. Los llamados nuevos modelos de familia y el relativismo reinante  -añadió-  han debilitado estos valores fundamentales del núcleo familiar».

     «Para afrontar la crisis de la familia, ¿no se podría partir precisamente de la presencia y del testimonio de aquellos  -los abuelos-  que cuentan con una mayor firmeza de valores y de proyectos? No se puede proyectar el futuro sin retornar a un pasado rico de experiencias significativas y de puntos de referencia espiritual y moral».

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ZENIT Staff

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