Tres prioridades para superar la crisis de vocaciones

Entrevista con una religiosa dominica

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NASHVILLE, lunes, 28 julio 2008 (ZENIT.org).- Hay tres prioridades en la promoción de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal, explica una religiosa dominica con quince años de experiencia en el trabajo vocacional: educación, devoción sacramental y pastoral juvenil.

La hermana Catherine Marie Hopkins es ahora directora ejecutiva del Campus Dominico en Nashville, donde las Religiosas Dominicas de Santa Cecilia dirigen la escuela Overbrook School, la Academia Santa Cecilia y el Colegio universitario Aquinas.

Recientemente nombrada miembro del Consejo nacional de los obispos de Estados Unidos, la hermana Hopkins señala que los jóvenes para descubrir el llamado de Dios necesitan tanto oración como evangelización.

Zenit ha hablado con la hermana Hopkins sobre el apoyo a las jóvenes que están discerniendo una vocación a la vida consagrada y sobre cómo ella descubrió su propia llamada.

–Usted trabajó durante quince años como directora vocacional de su orden. ¿Cuál fue la clave para encontrar su propia vocación? ¿Ha contribuido su experiencia a ayudar a otra mujeres a discernir las suyas?

–Hermana Hopkins: La clave para encontrar mi propia vocación fue el darme cuenta de que Dios tenía un plan para mí y que yo necesitaba descubrir exactamente cuá era. Empecé con inquietud interior y el pensamiento de que Dios podía pedirme algo, pero muy rápidamente me di cuenta de que si me estaba llamando, todo lo que necesitaba para responder debería ser proporcionado por Él también.

Esto me dio una enorme libertad y mi inquietud fue reemplazada por una atracción muy fuerte.

Tenía 24 años y era muy feliz, pero no estaba en paz dado que no podía decir con seguridad cuál era la voluntad de Dios para mi vida. Todo lo que sabía con certeza era que la misa diaria me dejaba hambrienta de más, y así fui en busca de dónde podía arraigar más profundamente mi deseo creciente de entregarme. Finalmente me informé sobre la vida religiosa para poder seguirla y comprometerme con clara conciencia. Cuando visité nuestra comunidad y vi una alegría muy tangible, celo juvenil y una larga historia de fidelidad, se redujo el miedo dejando espacio a una nueva convicción de que esto era lo que Dios había pensado para mí.

Es decir, mi propia experiencia me ayudó después, como directora de vocaciones, a comprender que el discernimiento se produce lejos de presiones y en medio del silencio desafiante de la oración. Cuando busqué la voluntad de Dios, buscaba consejo e hice un montón de preguntas, pero buscaba una decisión que, al mismo tiempo que era informada, surgiera con fuerza de una convicción interior que yo reconocí como proveniente de Dios.

Las religiosas dominicas en Nashville comprendieron que no era cuestión de reclutamiento sino de «exposición».

Como directora de vocaciones, consideré un punto a respetar la delicada lucha interior por la que mucha gente debe pasar. Mi trabajo no era vender sino proponer la belleza de nuestra vida y exponer a las jóvenes a ella a través de una visita o de una experiencia de retiro. Tenía que ayudar a quienes tenían la inclinación, pero luchaban con la incerteza, a darse cuenta de que el simultáneo temor y atracción que sentían era normal; y que un sentido de incerteza no es algo malo ya que ¡realmente nadie es «digno» de los divinos esponsales! Hacer la elección significa dejar totalmente a un lado la mentad de hacer carrera para darse cuenta de que la vida religiosa es entregarse a un amor sin límites.

–Usted tiene tres hermanos sacerdotes. ¿Piensa que hay una estrategia diferente para el discernimiento y el fomento de la vocación de mujeres jóvenes que de hombres? ¿Cómo?

–Hermana Hopkins: Mi experiencia ha sido que, en general, los hombres se toman un largo tiempo para el proceso de discernimiento, si se refiere al matrimonio o a la vida religiosa. Cuando la mujer tiene una «convicción», normalmente está impaciente por empezar el proceso.

Me pregunto si los hombres tienden a intelectualizar al principio, mientras que la mayoría de mujeres empiezan intuitivamente y muy privadamente. Pueden luchar mucho tiempo antes de admitir que están considerando la idea, pero una vez que han discernido, es mucho más un asunto de corazón y pasan de los pasados temores y lazos naturales a ofrecer el don de sí sin reservas.

Los hombres necesitan equilibrar su discernimiento con la devoción y las mujeres necesitan conscientemente anclar el proceso en una comprensión intelectual de la llamada.

Al guiar a mujeres en el discernimiento, la idea esponsal es una atracción considerable, dado que estamos programadas por nuestra naturaleza femenina al amor y a alimentarlo de una manera única. Yo había tenido aspiraciones a formar una gran familia y llegué a comprender que Dios ¡no me pedía negar este deseo sino ampliarlo!
Tanto hombres como mujeres necesitan saber que el deseo de contraer matrimonio no es sólo bueno sino que es incluso necesario si uno esta considerando la vida religiosa. La ausencia de este deseo natural puede señalar un problema de egoísmo o una dificultad para dar o recibir amor. Tal limitación emocional debería hacer imposible la felicidad en la vida religiosa.

Respecto a mis hermanos, cada uno de ellos fue diferente en el discernimiento. Hablar sobre ellos es hacer un estudio real sobre temperamentos. Acostumbraba a ponerlos como ejemplos para ilustrar que no existe un «tipo» de persona a la que Dios llama, sino que cada uno de nosotros, con nuestro carácter único, puede contribuir de manera única. Y sí, mis hermanos son «tipos únicos». Nosotros no nacimos siendo religiosos y tenemos que recordar a la gente que eramos como la media de los jóvenes; ninguno de nosotros sentía una inclinación a ser «más probablemente religioso» en la enseñanza media. Este hecho da esperanzas.

–Hay ciertas órdenes tanto de hombres como de mujeres, incluyendo la suya, que han disfrutado de un enorme crecimiento en las últimas décadas. ¿Cuál cree que es la clave de este crecimiento?

–Hermana Hopkins: Creo que la clave para crecer en vocaciones está en el testimonio de vivencia gozosa de un ideal que es leal, eucarístico, fiel a la Iglesia y a sus enseñanzas. Se vive en una vida de comunidad vibrante y arraigada en la oración. Eso fue lo que experimenté con las religiosas dominicas de Nashville.

Yo creo que los jóvenes de hoy son idealistas como han sido siempre y buscan un modo de canalizar su celo y encontrar soporte a un deseo de crecer en santidad. No pienso que atraigan fantásticos programas o espiritualidades complicadas sino más bien simple fidelidad.

Hay movimientos del Espíritu Santo que encienden fuegos en muchas direcciones hoy que están alcanzando un momento significativo y deberían llenarnos de esperanza. El Consejo de Superioras Mayores (CMSWR) es una organización de comunidades religiosas que están comprometidas en vivir lo esencial de la vida religiosa y se apoyan unas a otras. Recomendaría a las jóvenes que exploran la vocación religiosa una visita a el sitio web del CMSWR para ver las muchas comunidades que están creciendo hoy, a pesar de informaciones en sentido contrario.

–Muchos hablan, de hecho, de crisis de vocaciones y del final de las vocaciones sacerdotales. ¿Qué hay de las vocaciones de religiosas? ¿Está la crisis llegando a su fin?

–Hermana Hopkins: Las religiosas han sido la espina dorsal del servicio social, educación y
cuidado social en los Estados Unidos. La disminución en el número de mujeres que entran en la vida religiosa ha tenido un impacto en estos campos y pasarán muchos años antes de ver una recuperación significativa.

Tengo que recordar sin embargo que el Espíritu Santo no está limitado por las encuestas Gallup o las predicciones de los estudios sociológicos.

Considere la simplicidad y tenacidad de la beata Teresa de Calcuta en un tiempo en que el número de religiosas estaba declinando. Su respuesta a la llamada de Dios produjo una nueva orden religiosa que creció hasta cuatro mil religiosas, y una fraternidad de religiosos asociada de trescientos miembros, y más de cien mil voluntarios laicos, que actúan en 610 misiones en 123 países.

Los que nuestro mundo necesita es más madres Teresas, gente con celo, humildad y amor sin miedo. En los últimos veinte años he visto cómo aumenta tanto en número como en calidad y apertura el número de mujeres que se interesan por la vida religiosa. Dado el hecho de que nuestra cultura no apoya tales ideas, está claro que sólo lo explica la gracia.

–Usted fue recientemente nombrada a formar parte del consejo nacional de los obispos de Estados Unidos. En la estela de la visita de Benedicto XVI a Estados Unidos, ¿cuáles son las prioridades que usted ve para el fomento de vocaciones en el país?

–Hermana Hopkins: Pienso que para fomentar las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa las tres principales prioridades deberían estar en las áreas de educación, devoción sacramental y una pastoral juvenil que exponga a los jóvenes tanto a la oración como a la evangelización.

Los jóvenes están hambrientos de aprender la fe y reconocer el carácter irracional del relativismo. Tienen un deseo natural de «conocer» a Dios y tendrán más probabilidad de dedicarse a una vida dedicada a El si son educados en la fe. Pienso que esta generación está dispuesta a comprender la necesidad de este enfoque apostólico, dada la confusión y el sufrimiento que ha provocado su ausencia. Es importante que la Iglesia siga reforzando la educación católica que esté bien centrada, que sea fiel y que esté arraigada en la excelencia.

La devoción a los sacramentos es clave para descubrir y para alimentar una vocación. Cuando los jóvenes se benefician de la regular recepción de la Eucaristía, cuando acuden a la confesión y empiezan a desarrollar una vida religiosa, entonces la llamada de Dios tiene una oportunidad para ser escuchada. La adoración eucarística está produciendo muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, algo lógico si se considera que el tiempo dedicado en la presencia de Dios ofrece luz y calor a nuestras almas.

Hay un movimiento del Espíritu Santo en acto que crece en intensidad cuando los jóvenes se influencian afectivamente unos a otros. No hay nada más poderoso que el testimonio de los jóvenes que se esfuerzan por conocer y hacer la voluntad de Dios. Amor no puede quedar encerrado y cuando descubrimos la Persona de Cristo, es natural experimentar una compulsión interior a compartir este descubrimiento con otros.

La pastoral juvenil que prepara a la conversión, a la devoción y que expone a buenas influencias ha tenido éxito a la hora de producir vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Por supuesto, es importante para los jóvenes estar en relación con sacerdotes y religiosas que vivan gozosa y fielmente este compromiso.

El Papa Benedicto XVI lo expuso mejor a los jóvenes con los que se encontró en Dunwoodie, en su viaje a los Estados Unidos, cuando les desafió diciendo: «Tended hacia un estilo de vida caracterizado auténticamente por la caridad, la castidad y la humildad, imitando a Cristo, el Sumo y Eterno Sacerdote, del que deben llegar a ser imágenes vivas».

Más información en www.nashvilledominican.org o en el Council of Major Superiors of Women Religious: <a href=»http://www.cmswr.org/»>www.cmswr.org.

Por Kathleen Naab, traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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