ROMA, lunes 1 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- El secretario de la Comisión Bíblica Católica de Pakistán y Párroco de una numerosa parroquia de Lahore, el padre Emmanuel Asi, considera que en Pakistán los cristianos viven «atemorizados y en constante amenaza».
Así, por ejemplo, hace poco una niña cristiana de trece años de edad fue secuestrada y violada por un musulmán. El párroco asegura que hechos como éste se repiten continuamente. Para evitar el castigo, los hombres afirman que la mujer violada es musulmana, se casan con ella y, al poco tiempo, la repudian. Nadie puede hacer nada, porque los «maridos» presionan y amenazan de muerte a las víctimas hasta el punto de hacerlas declarar ante el juez y en presencia de sus propios padres que se han convertido al Islam. De esta forma, un hombre musulmán puede secuestrar y violar a cualquier mujer sin temor a ser condenado.
En una visita a la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada, el padre Asi ha revelado que, a menudo, la pobreza de los cristianos paquistaníes hace depender a familias enteras de los latifundistas, relación que califica de «una forma de esclavitud».
Estas personas no perciben un salario mensual, sino -en el mejor de los casos- una pequeña retribución tras la cosecha. El sacerdote ha señalado que los cristianos suelen ser objeto de una fuerte discriminación a la hora de buscar trabajo y acceder a colegios y universidades, porque un nombre cristiano basta para rechazar una solicitud. También ante la ley, los cristianos son ciudadanos de segunda clase.
No obstante, el padre Emmanuel Asi asegura que los cristianos paquistaníes están «orgullosos y contentos de ser cristianos», pues entienden su fe como «un don y una gran bendición», aunque su vida esté marcada por «el dolor, el miedo y la frustración».
Y añade: «De los primeros cristianos sabemos que la persecución y la opresión fueron decisivas a la hora de difundir y profundizar en la fe, y ésa es también nuestra experiencia en Pakistán».
Además, destaca como hecho positivo el efecto que surte el testimonio de los cristianos en los musulmanes, pues éstos perciben que «los cristianos son diferentes». Sobre todo las mujeres musulmanas se sienten atraídas por la «libertad y alegría» que irradian las mujeres cristianas, porque «pueden acudir junto a los hombres a la iglesia, pueden cantar en el coro y, en algunos lugares, incluso asistir en la Misa».
El párroco añade que también la presencia de las religiosas representa un «extraordinario testimonio» y que a muchas niñas musulmanas les gustaría ir a un colegio católico. La Iglesia paquistaní promueve sobre todo la formación de la mujer y organiza numerosos grupos femeninos que, a su vez, invitan a mujeres musulmanas. El padre Asi alberga la esperanza de que precisamente las mujeres puedan inducir un cambio en la sociedad.
En Pakistán, los cristianos paquistaníes son una pequeña minoría de un 1,5% frente al 97% de los musulmanes. Se les considera el estrato social más bajo y suelen ser víctimas de discriminación y agresiones.