BOLONIA, viernes, 12 septiembre 2008 (ZENIT.org).- El cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bologna, denunció el «ensordecedor silencio de los medios, más preocupados por los osos que por los cristianos», durante la jornada de ayuno y oración convocada por las diócesis italianas en solidaridad con los cristianos perseguidos en el estado indio de Orissa, el pasado 9 de septiembre.
En su homilía en la catedral de Bolonia, el cardenal afirmó que «la grandeza del mártir desenmascara la pobre desnudez del relativismo», y animó a los fieles allí congregados a «compartir con el ayuno y la oración la misma pasión de los que son perseguidos por el nombre del Señor».
El purpurado denunció el «ensordecedor silencio de los medios de comunicación (excepto los católicos) hacia estas graves violaciones de los derechos fundamentales de la persona, el derecho a la vida y el derecho a la libertad religiosa».
«Este ‘silencio ensordecedor’ nos ofrece materia de profundas reflexiones», comentó el cardenal Caffarra, y se preguntó seguidamente «por qué la gente se preocupa más por la suerte de los osos polares que por los hombres y mujeres culpables sólo de haber elegido la fe cristiana».
Según el arzobispo de Bolonia, este comportamiento se debe a que «el martirio molesta gravemente a quien cree que en el fondo todo es negociable; a quien niega que exista algo sobre lo que no se pueda disponer o que no pueda ser mercantilizado».
«El mártir -añadió- exalta la dignidad de la persona de modo que sólo puede ser censurado por quien piensa que, al final, el hombre es sólo un fragmento corruptible de un todo impersonal. La grandez del mártir desenmascara la pobre desnudes del relativismo».
El purpurado recordó la vida y las enseñanzas de Jesús, que murió en la cruz para salvar a los hombres, y explicó que «nuestros hermanos y hermanas están recorriendo el camino del Señor».
«Ellos son el grano de trigo que, caído en tierra india, traerá mucho fruto -prosiguió-. Ellos son conscientes de que es mejor, si así lo quiere Dios, sufrir obrando el bien antes que haciendo el mal».
«Estos hermanos y hermanas perseguidos -concluyó- nos están dando la enseñanza más grande sobre el hombre, sobre su dignidad, sobre su altísima vocación». Por esto, «nada nos turba, sino que adorando solo a Cristo en nuestro corazón, estamos dispuestos siempre a responder a quienes nos pidan razones de nuestra esperanza».