La paternidad y maternidad espiritual, respuesta a la crisis de sentido

XVI Congreso Ecuménico de Espiritualidad Ortodoxa de Bose

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ROMA, jueves 25 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- La crisis de la paternidad es una de las soluciones para superar la actual crisis espiritual y de sentido, han explicado participantes en un encuentro internacional de espiritualidad ortodoxa.

«Vivimos en una sociedad, una cultura moderna o postmoderna presa de una crisis de autoridad y en especial de la autoridad paterna. ¿Cómo repercute en la paternidad espiritual esta crisis? ¿Qué puede aprender la paternidad espiritual de la paternidad natural?», preguntó el padre Michel Van Parys, del monasterio de la Exaltación de la Santa Cruz de Chevetogne, Bélgica, al clausurar el XVI Congreso Ecuménico Internacional de espiritualidad ortodoxa celebrado en el monasterio de Bose, Italia.

Organizado por la misma comunidad monástica en colaboración y con el patrocinio conjunto del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y del Patriarcado de Moscú, el congreso contó con la participación de exponentes del mundo académico, cultural y religioso provenientes de Francia, Alemania, Grecia, Italia, Rusia, Serbia, Bielorrusia, Ucrania, Rumanía, Bulgaria, Georgia, Líbano, Austria, Bélgica, Reino Unido, España, Suecia, Luxemburgo, Portugal, Estonia y República Checa.

En el congreso se aclaró que no hay una modalidad única de paternidad espiritual: «Hay una tradición de los padres del desierto –recordó Van Parys– con algunos discípulos, lo que Juan Clímaco llama la vida en las comunidades eremíticas, pero existieron también los cenobitas y luego la tradición cenobítica de san Benito y de san Teodoro el Estudita (756-826), en las que el padre de la comunidad es padre para la comunidad y es padre para cada uno».

Además, añadió, «está la tradición de los padres espirituales de los laicos, desde los tiempos patrísticos, y la tradición dada a la Iglesia rusa por los sacerdotes casados».

A estas formas de paternidad espiritual, se añaden, como se subrayó en más de una ponencia en el congreso, las de la maternidad espiritual.

Según Nina Kauchtschischwili, miembro de la Comisión científica del congreso, «el concepto de maternidad espiritual tiene raíces remotas; se descubre por primera vez entre las monjas del desierto y se hace especialmente actual en el clima represivo del periodo soviético».

En aquel tiempo, confirmó la higúmena (superiora) Gavriila Gluchova de Grondo «quienes fueron llamados al cuidado y apoyo espiritual de los creyentes fueron hombres   de ordenación monástica o laicos».

Entre ellos, recordó, «no pocos eran mujeres ancianas de pañuelo blanco a la cabeza, a menudo provenientes de familias campesinas», que «comprendían bien las necesidades y los problemas del hombre sencillo, hablaban un lenguaje cercano y así conservaron para nosotros a la santa Iglesia Ortodoxa Rusa».

Precisamente la experiencia de estas mujeres a menudo sencillas enseña cómo remediar la crisis de formación: «El testimonio de las monjas rusas y georgianas nos ha enseñado que el Espíritu Santo transmite la fe y la tradición en lo que es frágil y despreciable a los ojos de los potentes y los intelectuales del mundo».

«Ellas amaban, padecían con los demás, se mostraban infinitamente pacientes para llevar la cruz», añadió Gavriila Gluchova.

En efecto, «la tarea de los padres y de las madres espirituales es iniciar la ascesis interior, abrir un itinerario de oración continua y de caridad», aunque «ciertamente habrá que añadir a esto la formación en la lectura de la Escritura y los Santos Padres».

En este punto, surge la pregunta de si las ciencias humanas pueden ayudar a la formación de los padres espirituales.

«Algunos padres del desierto, en el siglo IV y V –subrayó Van Parys– con un deseo de  discernimiento y en el intento de clarificar las reglas de la lucha espiritual», «no dudaron en tomar las técnicas de análisis de la vida psíquica de los filósofos, que eran considerados como maestros de sabiduría».

«¿Abrieron por tanto la vía de algunas técnicas de guía espiritual, de aquellas que  nosotros hoy llamaríamos ciencias humanas? ¿Qué podríamos hacer hoy en este campo sin traicionar la unicidad de la revelación cristiana y de la paternidad espiritual en Cristo?», se preguntó.

Más allá de las formas, de los instrumentos de formación, del papel en la Iglesia de los padres espirituales y de los límites de su autoridad sobre la conciencia de sus hijos espirituales, a qué imagen de padre hay referirse?

Según Van Parys, hay que mirar al padre de la parábola del hijo pródigo que «pierde al hijo menor pero respeta su libertad: es paciente, espera, ama, ya ha perdonado. Y la pregunta se hace más acuciante: ¿Perderá al hijo mayor a causa de los celos fraternos? ¡Gran problema ecuménico éste! ¿El hijo mayor aceptará entrar en la casa? Jesús no da respuestas, nos corresponde a nosotros responder».

Por Chiara Santomiero, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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