Carta para el discernimiento del arzobispo comisario de Lumen Dei

Monseñor Fernando Sebastián Aguilar

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MADRID, miércoles 7 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que ha enviado el arzobispo Fernando Sebastián Aguilar, comisario pontificio de la Unión Lumen Dei.

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En estos primeros días del año estáis preparando vuestra respuesta a la llamada del Santo Padre. Es una decisión importante. Este es el momento de renovar ante Dios vuestra primera respuesta, la ofrenda de vuestra vida.

Por eso la decisión que tenéis que tomar ahora es tan importante como fue la decisión inicial de consagrar vuestra vida a Dios según el espíritu y las Constituciones de Lumen Dei. En estos momentos quiero estar junto a vosotros y ayudaros en lo que pueda a acertar en una decisión en la que está comprometida vuestra fidelidad a la vocación de Dios y de la que depende también la supervivencia de Lumen Dei.

Es indudable que esta decisión tiene que responder a la más íntima libertad de cada uno. Es la identidad y la orientación de vuestra vida personal lo que está en juego. Por eso se trata de una decisión que cada uno tiene que tomar muy personalmente, a solas con Dios, en la intimidad de la oración, sin dejarse influenciar por voces interesadas. Nadie debería tampoco tratar de influir en las decisiones de los demás, nadie tiene derecho ni autoridad para aconsejar actuaciones contrarias a la voluntad del Papa que pueden comprometer la rectitud de vuestras decisiones y la supervivencia de Lumen Dei y de vuestra consagración personal.

Os confieso mi preocupación cuando me llegan noticias de que algunos miembros de Lumen Dei, arrogándose una autoridad y una representatividad que no tienen, os aconsejan salir de Lumen Dei para luego constituir con ellos una nueva asociación en la que podáis vivir el genuino espíritu de vuestros Fundadores, el P. Molina y la Hna. Josefina. Hay pruebas claras de que en previsión de este proyecto se han apropiado de bienes de Lumen Dei y están ahora adueñándose de bienes y enseres que pertenecen a Lumen Dei. Si estos propósitos llegaran a consumarse sería un verdadero latrocinio del que tendrán que dar cuenta ante la justicia.  

Cada uno tendrá que actuar libre y responsablemente. Pero por la parte que me toca, me siento obligado a haceros unas sencillas reflexiones. En primer lugar tengo que decir que quienes, claramente o desde la sombra, promueven esta iniciativa y aconsejan este comportamiento no actúan con verdadero espíritu eclesial. No es ésta la voluntad del Papa tal como se manifiesta en la carta del Cardenal Bertone. Lo que el Papa quiere es que todos los miembros de Lumen Deique quieran ser fieles a su vocación en estos momentos continúen en Lumen Dei. El texto de la carta sólo considera la posibilidad de que algún miembro, excepcionalmente y por razones estrictamente personales, deje Lumen Dei y trate de vivir cristianamente en alguna otra institución ya existente. Pero de ninguna manera se considera la posibilidad de una salida organizada, y menos todavía la posibilidad de fundar otra asociación con el fin de vivir el espíritu fundacional de Lumen Dei y por iniciativa de quienes han estado durante varios meses negándose a aceptar las decisiones y mandatos de la Santa Sede.

Según mis informaciones, algunas personas, para justificar este proyecto,  andan diciendo que el Comisario Pontificio pretende cambiar el espíritu de Lumen Dei abriendo la puerta a la relajación. Os puedo decir con toda verdad que no es ése mi propósito, sino más bien lo contrario, recuperar en su integridad el espíritu de intensa piedad, de mortificación y pobreza, de rigurosa obediencia y ardiente caridad que el P. Molina dejó descrito en vuestras Constituciones y en los escritos doctrinales y espirituales que os legó. Sería para mí una gravísima responsabilidad no tratar de favorecer en todo y en todos el respeto y en lo que sea necesario la recuperación del más auténtico espíritu fundacional de Lumen Dei. Otra cosa es que tengamos que revisar algunas prácticas secundarias que en algunas circunstancias puedan ser menos convenientes. En cualquier caso, todos los cambios serán consultados y tendrán que ser aprobados por la Santa Sede antes de ser adoptados. En esto, como en todo, la voluntad y la tutela del Papa serán para nosotros la mejor norma y garantía.

Es evidente que las personas que han organizado y dirigido la resistencia contra la voluntad de la Santa Sede durante estos meses pasados, y que fueron nominalmente depuestas de sus cargos, no están en condiciones de dirigir ninguna nueva asociación en la que se viva el verdadero espíritu del P. Molina. Vuestro Fundador, forjado en la espiritualidad ignaciana no hubiera aprobado nunca esta manera de proceder. Es un comportamiento que nos lleva hasta los límites de la excomunión (Cf cc. 1364 y ss).  ¿Quién puede pensar que la autoridad de la Iglesia acepte la responsabilidad de erigir o proteger una asociación con cuya promoción quedaría burlada la voluntad y la autoridad del Santo Padre? Los Obispos de la Iglesia católica no se arriesgarán jamás a facilitar con su aprobación ni con su apoyo una operación mediante la cual algunas personas tratan de mantener su propia opinión y sus propios intereses por encima de la voluntad y las apremiantes recomendaciones del Santo Padre.

Como representante de la Iglesia para todos vosotros, pensando en vuestro bien personal, en el bien de Lumen Dei y de todos los que espiritual y materialmente se benefician de su existencia, por el bien de la Iglesia, con el amor y la verdad de Jesucristo, os ruego y os exhorto a responder fielmente a la invitación del Papa, confiad una vez más en la Iglesia que es Madre y servidora fiel, no hagáis caso a quienes  os quieren alejar de la obediencia clara y sencilla a la Santa Madre Iglesia, continuad fielmente en el camino de vuestra vocación dentro de Lumen Dei. Yo no os estorbaré. Trataré de ayudaros y serviros en comunión con la Iglesia mientras sea necesario y me retiraré en cuanto la vida de Lumen Dei se normalice en la verdad y en la caridad.

En cuanto tengamos vuestras respuestas, mi propósito es convocar una asamblea consultiva en la que pueda escuchar las sugerencias de todos, constituir un Consejo General, nombrar los Superiores intermedios indispensables y tratar de impulsar las obras apostólicas de Lumen Deicon la colaboración y el entusiasmo de todos, en un clima verdaderamente evangélico de unidad y de paz. En las cuestiones económicas trataremos de tomar las medidas y las precauciones necesarias para evitar toda sospecha y poner todos los recursos al servicio de los pobres y del anuncio del evangelio.   Solo quienes no estén dispuestos o no se sientan animados a vivir en este ambiente de clara comunión interna y externa, quienes no se resignen a renunciar a sus propias pretensiones, tendrán que pensar si Lumen Dei sigue siendo su lugar en la Iglesia o es mejor que se vayan a otra parte.  

A todos os doy la bienvenida  al Lumen Dei de la comunión y de la reconciliación. El Señor y Santa María del Encuentro os iluminen y guíen vuestros pasos por el camino del amor fiel, humilde y obediente. Para todos vosotros pido cada día la gracia y la bendición de la Santísima Trinidad.

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ZENIT Staff

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