ROMA, 12 enero 2008 (<u>ZENIT.org).- La experiencia sinodal ha sido «viva», «dinámica» y «fascinante», según uno de sus participantes, el teólogo Salvador Pié-Ninot, profesor en la Facultad de Teología de Cataluña y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Para el teólogo, a quien Benedicto XVI nombró «experto» en la cumbre eclesial, el Sínodo ha conllevado tres grandes aportaciones en el plano eclesial, teológico y pastoral. En esta entrevista concedida a Zenit las explica.
–Los participantes al Sínodo han salido todos radiantes, contentos. Usted también.
–Pié-Ninot: Yo estoy feliz, por esta vitalidad: sobre todo, el fuerte impacto de Latinoamérica –¡el 43% del catolicismo! y me ha impresionado la ‘fuerte’ India con la insistencia en la pobreza y el analfatebismno–; los africanos preocupados por la difusión de la Biblia entre la gente sencilla y el Islam; los de Oriente Medio interpelados por el ecumenismo con los ortodoxos, así como con Israel y el Islam; las cuidadas intervenciones de los franceses; muchas intervenciones de obispos del primer mundo sobre la secularización, la indiferencia y el hambre de una palabra ‘definitiva’….; el testimonio comunitario de los superiores generales…
–¿Y entre tanta efervescencia: la novedad de este Sínodo cuál ha sido?
–Pié-Ninot: Como novedad de este Sínodo cada día hubo una hora para intervenciones libres de tres minutos de los padres sinodales. Impactantes fueron las diversas intervenciones de los delegados fraternos: el patriarcado griego (con el primer teólogo ortodoxo actual: Zizoulas); el patriarcado de Moscú; la Comunión anglicana (con el notable biblista N.T. Wright), la Federación Mundial Luterana, así como el testimonio de Taizé… También el Archi-Rabino Cohen de Israel hizo una explicación preciosa del uso de la Biblia en el mundo judío, aunque sus declaraciones posteriores externas al Aula lo ensombrecieron.
–Ha sido un encuentro eminentemente pastoral, y no tanto teológico…
–Pié-Ninot: Las intervenciones de los obispos han priorizado claramente la pastoral. Hemos visto cómo la Palabra de Dios no se reduce a la Biblia y sus diversos sentidos a partir de Jesucristo, Palabra de Dios, el cristianismo como religión, no del Libro (como judíos y musulmanes), sino de una Persona, Jesucristo.
–¿El hecho de que el Papa estuviera tan presente en el aula qué significa?
–Pié-Ninot: El Sínodo ha sido una experiencia eclesial fascinante, aún con sus limitaciones, que recuerda la bella formulación de Pablo VI durante el Concilio Vaticano II cuando afirmó que el Sínodo se instituye para que en la guía de la Iglesia «no le falte al Papa el calor de la presencia de los obispos, la ayuda de su prudencia y experiencia, la seguridad de su consejo y el apoyo de su autoridad».
En efecto, la presencia casi permanente de Benedicto XVI en este Sínodo con 253 padres sinodales, así como la novedad de la publicación de las proposiciones reservadas –sólo realizada igualmente así por él mismo en el Sínodo anterior– invitan a pensar que el objetivo sobre la creación del Sínodo va continuando con firmeza en su camino postconciliar.
–La Palabra de Dios no se reduce a un libro escrito, hemos oído. Ya se vio en el Concilio Vaticano II. ¿Por qué vuelve con fuerza, esta apreciación?
–Pié-Ninot: Ha sido una de las cuestiones fundamentales que se han tratado. Se ha afirmado que hay tres formas de la Palabra de Dios: Jesucristo, la Biblia y la transmisión eclesial. Esta explicitación es decisiva y ya contenida en la «Dei Verbum» (DV) del Concilio Vaticano II, pero subrayada ahora con fuerza para recordarlo de nuevo.
–¿Y la relación exégesis-teología?
–Pié-Ninot: Entramos aquí en un texto importante que sigue la intervención del Papa el 14 de octubre –la primera vez que un Papa interviene en un debate sinodal–, que clarifica la necesidad de una exégesis que, además de histórico-crítica, sea ‘teológica’ siguiendo DV 12, es decir: la unidad de toda la Biblia; la Tradición viva de la Iglesia; y la analogía de la fe, y así superar el dualismo exégesis-teología. Ha sido la explicitación de un debate latente en el postconcilio.
–Y siguiendo con novedades, el ministerio del lectorado para las mujeres es destacable, también.
–Pié-Ninot: Sí, la sugerencia del «ministerio del lectorado» también para las mujeres (nº17), ya que la legislación actual sólo lo permite a los hombres es cuestión novedosa. También se ha sugerido potenciar las celebraciones de la Palabra de Dios y de la Liturgia de las Horas, y entre cuestiones delicadas se ha abordado la cuestión de la lectura fundamentalista de la Biblia, la cuestión de las sectas y en el diálogo interreligioso la delicada relación con los hebreos y con el islam.
–¿Cuál es su balance global?
–Pié-Ninot: Trazaría un balance a tres niveles. Primero a nivel sinodal-eclesial. Ha sido una experiencia eclesial de iglesia universal única a través de los testimonios de los diversos continentes centrada en la voluntad de potenciar la Biblia, su lectura (con la sugerencia novedosa del «ministerio del lectorado» a las mujeres) y su influjo en la Iglesia hoy, con la debida fascinación por el tesoro, aún no explotado suficientemente, que representa la Biblia para la renovación eclesial; y subrayado común de «la urgencia de predicar la Palabra de Dios para poder evangelizar nuestro mundo» (homilía conclusiva de Benedicto XVI).
A nivel teológico ha habido una aportación modesta, dado que el objetivo primario era bíblico-pastoral, objetivo al cual se orientaban los «Lineamenta», aunque el posterior «Instrumentum laboris», fruto de las respuestas de los diversos episcopados, ya planteó algunas cuestiones teológicas clave como: las diversas formas de la Palabra de Dios como «un canto a varias voces»; la relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio; y la difícil articulación entre exégesis y teología…
Estas cuestiones estuvieron presentes en todo el Sínodo, aunque teológicamente fueron afrontadas de forma más bien modesta. Sólo la cuestión de «la analogía de la expresión Palabra de Dios» (nº3), es novedosa teológicamente, ya que no es usada ni por el Magisterio, ni por la teología reciente; también lo es la de «la promoción de una reflexión sobre la sacramentalidad de la Palabra de Dios» (nº7), que tiene precedentes teológicos recientes. Las otras cuestiones ya tienen en la Dei Verbum del Vaticano II una orientación certera pero que conviene difundir!
Ya a nivel pastoral-práctico, recobra una importancia decisiva del relanzamiento de la prioridad de la Palabra de Dios en la Iglesia en todos sus acciones, a partir de Jesucristo, atestiguada particularmente en la Biblia y transmitida por la Iglesia, como tradición viva, a cuyo servicio está el Magisterio como «intérprete auténtico» (DV 10).
Este objetivo está bien sintetizado en la Proposición nº2: «Esta Asamblea Sinodal formula el deseo que todos los fieles crezcan en la conocimiento vivo del misterio de Cristo, único salvador y mediador entre Dios y los hombres (cf. 1Tim 2,5; Heb 9,15), y la Iglesia renovada por la escucha religiosa de la Palabra de Dios pueda emprender una nueva etapa misionera, anunciando la Buena Noticia a todos los hombres».
¡He aquí la fascinación y el futuro eclesial de este Sínodo!
Por Miriam Díez i Bosch