CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 14 de enero de 2009 (ZENIT.org).- «Yo nací enfermo y cuando estaba enfermo los esposos Martin le pidieron a Jesús que me curara y Él me curó». Así explica el pequeño Pietro Schilirò, de seis años, el milagro de su recuperación cuando no era más que un recién nacido.
Los padres del pequeño Valter y Adele se encomendaron a los esposos Marie Zélie Guérin (1831-1877) y Louis Martin (1823-1894) , los papás de Santa Teresita del Niño Jesús. Gracias a este milagro fue aprobada la beatificación de ambos, que se efectuó el pasado 19 de octubre en la basílica de Lisieux en Francia.
La familia Schilirò viajó a Roma desde Milán para participar de la audiencia con el papa Benedicto XVI, en el Aula Pablo VI, este miércoles, pues en ella estuvieron presentes las reliquias del matrimonio beatificado.
En el día en el que en México comenzaba el Congreso Mundial de la Familia, el Papa destacó, hablando en francés, cómo los dos esposos vivieron «de una manera tan profunda el misterio del amor de Cristo».
Fueron precisamente los esposos Schilirò, pertenecientes al movimiento Comunión y Liberación, quienes entregaron al Santo Padre un relicario de los esposos Martin.
En diálogo con ZENIT, han narrado cómo ocurrió la curación del pequeño Pietro y cómo este testimonio los ha hecho tener una visión sobrenatural de aquellos momentos de incertidumbre y aparente abandono.
Historia de un milagro
Pietro es el menor de cinco hijos. Nació en Milán el 25 de mayo de 2002. El mismo día le fue detectada una malformación pulmonar grave, razón por la que el neonato permaneció en el hospital donde se le practicó una terapia intensiva para que pudiera respirar.
«Pronto nos dimos cuenta de que la enfermedad era muy grave. No había ninguna posibilidad de curación. Nos pidieron hacerle una radiografía pulmonar para ver qué podía ser», explica Valter.
Era necesario que se le practicara una biopsia, lo que implicaba un gran riesgo para el pequeño. Por ello los padres decidieron bautizarlo de inmediato. Fue así como le pidieron al padre Antonio Sangalli que le administrara el sacramento. El sacerdote carmelita les entregó una estampita de los esposos Martin.
«Ellos habían perdido cuatro hijos en tierna edad. Así podían ayudarnos en esa situación y en lo que el Señor nos estaba pidiendo en ese momento», dice Adele.
Los esposos Schilirò no sabían mucho de la vida de Zélie y Louis, lo poco que conocían era a través de los escritos de santa Teresita. En medio de la incertidumbre por la salud del pequeño descubrieron una «cercanía misteriosa con los esposos Martin», según confiesa Vlater.
«Nosotros nos atrevimos a pedirle al Señor aquello que llevábamos en el corazón: la curación de Pietro. El Señor nos había puesto entre las manos de los esposos Martin», testimonia la madre del pequeño.
En medio del sufrimiento, y al ver a su hijo recién nacido conectado a tantos aparatos artificiales para poder respirar, Adele y Valter entendieron que deberían preguntarle a Dios cuál era la voluntad para Pietro: «Para nosotros esto ha sido muy importante porque nos ha ayudado a mirar lo que nuestro hijo estaba viviendo. Vivía plenamente su vocación a través de lo que hacía en su sufrimiento. Participaba en la salvación de las almas con Jesús. Para nosotros éste ha sido el primer milagro», asegura Valter.
El 26 de junio Pietro sufrió una fuerte crisis respiratoria. «Los médicos nos dijeron que era cuestión de pocas horas o de cualquier día pero que de todas maneras para Pietro no había esperanza», comenta Adele.
Tras rezar varias veces la novena a los esposos Martin, el 29 de junio, día en que la Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y San Pablo, Pietro comenzó a dar señales de mejoría. Dos semanas después el pequeño ya respiraba sin oxígeno y los médicos aseguraron que su curación era «un hecho sorprendente». Los padres se lo comunicaron al padre Antonio y fue así como el sacerdote se convirtió en el vicepostulador de la causa de beatificación de Zélie y Louis.
«Estamos verdaderamente colmados de agradecimiento. Nos sentimos sobrepasados,» asegura Adele.
A lo que Valter agrega: «No es un mérito para nosotros en absoluto. Lo que le ocurrió a Pietro es algo para toda la Iglesia. De hecho, hoy estamos aquí para presentar al Papa esta reliquia, que es un signo de agradecimiento para toda la Iglesia».
Hoy Pietro es un niño normal: juega, va a la escuela y sabe muy bien que fue curado gracias al milagro de los esposos Martin.
«Todas las noches se encomienda con nosotros, en familia, a los padres Martín, rezando por las personas que nos piden sus oraciones», dice Adele.
«Reza también por el Papa y por todos nuestros queridos amigos sacerdotes, y por una gran lista de gente» agrega Valter.
Los papás de Pietro entienden muy bien lo que significa confiar en la Providencia cuando se sufre por la salud de los hijos: «Yo aconsejaría a los padres de los niños enfermos que no pierdan la esperanza de acercarse a Cristo a través de sus santos. Que se atrevan a pedir, porque el Señor es un Padre bueno. Es necesario tener esta fuerza de entender que lo que ocurre siempre es para el bien de todos», dice Valter.
«En un momento de prueba, el Señor nos pide mucho, pero si se pone la esperanza y la fe en Él, nos colmará con mucho más. Hay que pedir la conversión del propio corazón. Es la primera curación que se debe pedir siempre», señala Adele.
Por Carmen Elena Villa