NUEVA YORK, jueves 15 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Las víctimas civiles de los conflictos armados no pueden ser consideradas como «un mero efecto colateral de la guerra», ha advertido la Santa Sede en la ONU.
El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede en el palacio de cristal, ofreció criterios morales este jueves al intervenir en el debate abierto sobre la protección de civiles en conflictos armados que tuvo lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El representante del Papa comenzó constatando que en los últimos tiempos «la seguridad de los civiles en los conflictos se está haciendo cada vez más crítica, en ocasiones incluso dramática, como ha sucedido en los meses pasados en la franja de Gaza, en Irak, Darfur y en la República Democrática del Congo, por nombrar algunos casos».
Por este motivo, hizo un llamamiento «a garantizar la protección de civiles a través de un mayor respeto de las normas del derecho internacional».
Para ello presentó tres pilares fundamentales para ofrecer una mejor protección a los civiles en los conflictos armados: «acceso humanitario, protección especial para los niños y mujeres, así como el desarme».
«El aplastante maltrato de civiles en demasiadas partes del mundo no parece un mero efecto de guerra», siguió denunciando.
«Seguimos viendo a civiles que son convertidos deliberadamente en medios para alcanzar objetivos políticos o militares».
«En los últimos días hemos sido testigos de un fracaso concreto, desde todos los puntos de vista, en el respeto de la distinción entre civiles y objetivos militares».
Esto ha sucedido, denunció, «cuando las mujeres y niños son usados como escudo de combatientes; cuando se niega el acceso humanitario a la franja de Gaza; cuando en Darfur la gente es desplazada y las aldeas destruidas; cuando vemos la violencia sexual que destroza la vida de mujeres y niños en la República Democrática del Congo».
En este contexto, el prelado reconoció que «la protección de los civiles exige no sólo un renovado compromiso para aplicar el derecho humanitario, sino que requiere en primer lugar y sobre todo buena voluntad política y acción».
La protección de los civiles requiere «líderes que ejerzan el derecho a defender sus propios ciudadanos o el derecho a la autodeterminación recurriendo sólo a los medios legítimos».
Exige que «reconozcan plenamente su responsabilidad ante la comunidad internacional y el respeto de los demás estados y comunidades de derecho a existir y a convivir en paz».
Asimismo, monseñor Migliore aseguró que «el creciente aumento de víctimas civiles en la guerra se debe también a la producción masiva y continua innovación y sofisticación de armamentos».
«La mayor calidad y distribución de armas de pequeño calibre y de armas ligeras, así como las minas antipersonales y bombas de racimo, hacen que sea mucho más fácil y eficaz el asesinato de seres humanos».
Por este motivo saludó como una buena noticia la adopción de la Convención sobre las Bombas de Racimo y animó a los países a ratificar este tratado «como una prioridad y un signo de su compromiso para afrontar el drama de las víctimas civiles».
Por Jesús Colina