CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 enero 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos escogidos para el segundo día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 19 de enero.
El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. La base del texto ha sido redactada por un equipo de representantes ecuménicos de Corea.
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Los cristianos ante la guerra y la violencia
Estarán unidas en tu mano
Is 2, 1-4
No se adiestrarán para la guerra
Sal 74, 18-23
No olvides sin fin la vida de tus pobres
1 Pe 2, 21-25
Sus cicatrices nos curaron
Mt 5, 38-48
Orad por los que os persiguen
Comentario
La guerra y la violencia son los mayores obstáculos para la unidad de la humanidad dada por Dios. La guerra y la violencia provienen de la división que existe en el interior de nosotros mismos y que no es sanada, y de la arrogancia humana que es incapaz de volver al verdadero fundamento de nuestra existencia.
Los cristianos en Corea aspiran a poner fin a más de cincuenta años de separación entre Corea del Sur y Corea del Norte, y a ver establecerse la paz en otros lugares del mundo. La inestabilidad que reina en la península de Corea no significa solamente el dolor de una nación en un mundo todavía dividido, sino que simboliza los mecanismos de división, de paradoja, de hostilidad y de venganza que viven en la humanidad.
¿Quién pondrá término a esta espiral de guerra y de violencia?
Jesús nos muestra, en las situaciones de violencia y de injusticia más brutales, el poder que puede poner fin al círculo vicioso de la guerra y de la violencia. A sus discípulos, que reaccionan a la violencia y al furor según la lógica del mundo, enseña de modo paradójico la renuncia a toda violencia (Mt 26, 51-52).
Jesús revela la verdad de la violencia humana. Fiel al Padre, murió sobre la cruz para salvarnos del pecado y de la muerte. La cruz revela la paradoja y el conflicto inherentes a la naturaleza humana. La muerte violenta de Jesús marca la instauración de una nueva creación que clava en esta cruz los pecados de los humanos, la violencia y la guerra.
Jesucristo no enseña una no-violencia fundada solamente sobre el humanismo. Enseña la restauración de la creación de Dios y la esperanza y la fe que lleva, al fin, a los cielos nuevos y la tierra nueva. La esperanza fundada sobre la última victoria de Jesucristo sobre la cruz nos permite perseverar en la búsqueda de la unidad de los cristianos y en la lucha contra toda forma de guerra y de violencia.
Oración
Señor, tú que te eres sacrificado sobre la cruz por la unidad de los hombres, te ofrecemos nuestra humanidad herida por el egoísmo, la arrogancia, la vanidad y la ira. Señor, no abandones a tu pueblo oprimido que sufre toda forma de violencia, de ira y de odio, víctima de creencias erróneas y de divergencias ideológicas. Señor, extiende hacia nosotros tus manos compasivas y ocúpate de tu pueblo, para que gocemos de la paz y de la alegría que forman parte del orden de tu creación. Señor, haz que nosotros, cristianos, trabajemos juntos para que se cumpla tu justicia, más que la nuestra.
Concédenos el coraje de ayudar a otros a llevar su cruz, en lugar de poner la nuestra sobre sus espaldas.
Señor, enséñanos la sabiduría de tratar a nuestros enemigos con amor en lugar de odiarlos. Amén.