ROMA, viernes 30 de enero de 2009 (ZENIT.org).- «Algunos sostienen que el Concilio Vaticano II ha supuesto como una nueva ‘Constitución’ en la Iglesia, pero esto es absurdo», como han puesto de manifiesto todos los Papas hasta ahora, incluyendo a Benedicto XVI.
Así lo explicó el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado vaticano, en una conferencia sobre el pensamiento del Papa Benedicto XVI, con motivo del 60 aniversario de la fundación del Círculo de Roma, según recoge L’Osservatore Romano en su edición de ayer.
El cardenal Bertone afirmó que la tesis que una ruptura entre la Iglesia anterior y posterior al Concilio es «falsa», pues «la constitución esencial de la Iglesia viene del Señor, que se nos ha dado para que podamos alcanzar la vida eterna y, partiendo de esta perspectiva, estamos en situación de iluminar también la vida en el tiempo y el proprio tiempo».
Para el purpurado, el Vaticano II generó «dos interpretaciones opuestas: la de la discontinuidad y la ruptura, que a menudo ha gozado de la simpatía de los medios y de una parte de la teología moderna», y «la de la reforma y la renovación en la continuidad de la única Iglesia que el Señor ha dado, y que es la que está, silenciosamente pero cada vez de modo más visible, dando fruto».
Por tanto, el Papa actual, añadió, «se inscribe a título pleno en el grupo de pontífices que ha dicho ‘no’ a la hermenéutica de la discontinuidad y ‘sí’ a la de la reforma, tal y como lo explicó Juan XXIII en la apertura del Concilio y confirmó Pablo VI en el discurso de conclusión».
El cardenal Bertone explicó que el pontificado de Benedicto XVI es «una obra aún en construcción» y que es prematuro «hacer un balance». Sin embargo, sí señaló que este Papa «ha sabido retomar con profundidad y sabiduría pastoral lo que el Concilio afirma en la Lumen gentium y en la Gaudium et spes sobre la misión de la Iglesia».
En este sentido, destacó los esfuerzos «en el servicio a la unidad» que el actual Papa está llevando a cabo, tanto en lo relativo a la reconciliación y la unidad interna de la Iglesia católica, como en lo relativo al ecumenismo.
En cuanto a la unidad interna de la Iglesia, el cardenal Bertone destacó la trascendencia de su carta a los católicos chinos, el motu propio Summorum Pontificum y «su reciente gesto hacia los seguidores de Lefebvre», explicó.
Respecto a la unidad entre los cristianos, destacó el «diálogo sereno y paciente» que Benedicto XVI, siguiendo el camino emprendido por Juan Pablo II, «está llevando a cabo con los líderes de las Iglesias ortodoxas y del resto de confesiones y comunidades eclesiales».
Sin embargo, añadió, «el Papa insiste en que para poder dialogar con la modernidad, es necesario que la fe del cristiano sea sólida, y que no se reduzca a un mero sentimiento privado. Se entiende la importancia que en su magisterio reviste el fundamento racional de la fe y la relación enttre fe y razón».
También explicó que en el centro de su pensamiento y obra está «la constante referencia a Cristo», como lo pone de manifiesto su obra Jesús de Nazaret.
«En una época en la que proliferan publicaciones sobre Jesús con visiones opuestas, algunas de las cuales incluso retomando antiguas teorías esotéricas. Benedicto XVI nos invita a conocer a Cristo en su verdad histórica, para poderlo encontrar en su misterio de salvación», añadió.
Por último, se refirió a las encíclicas Deus caritas est y Spe salvi y a otros documentos de carácter ético y social, «en los que surgen continuamente la cuestión de la dignidad humana, la defensa de la vida, la tutela de la familia basada en el matrimonio» como «base de cualquier diálogo sobre valores».
El Círculo de Roma fue fundado en 1949 por el entonces sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI. Esta asociación, que tiene su sede en la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, tiene como objetivo favorecer el contacto con el mundo cultural y diplomático, así como impulsar iniciativas que promuevan el diálogo espiritual en la cultura actual.