Francisco Canals Vidal, maestro de la verdad

Por monseñor Enrique Planas

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BARCELONA, martes, 10 febrero 2009 (ZENIT.org).- El 7 de febrero fallecía a los 86 años de edad el profesor Francisco Canals Vidal, catedrático de Metafísica, uno de los grandes filósofos católicos contemporáneos.

Miembro emérito de la Pontificia Academia de Santo Tomás, doctor honoris causa por las Universidades Santo Tomás de Manila, Abat Oliba CEU de Barcelona y FASTA de Mar del Plata, fue conocido sobre todo como catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona, y como profesor de la Fundación Balmesiana y miembro de la «Schola Cordis Iesu».

Entre sus libros publicados destacan «Sobre la esencia del conocimiento» (PPU, Barcelona 1987), «Los siete primeros Concilios» (Scire, Barcelona 2003), «Santo Tomás, un pensamiento siempre actual y renovador» (Scire, Barcelona 2003), «San José, Patriarca del pueblo de Dios» (Balmes, Barcelona 1987) y «San José en la fe de la Iglesia» (BAC, Barcelona 2007).

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Ofrecemos a continuación el recuerdo de uno de sus discípulos, monseñor Enrique Planas, quien ha sido oficial del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, delegado de la Filmoteca Vaticana, y ha fundado la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL).

 

Francisco Canals Vidal, maestro de la verdad

El profesor Francisco Canals Vidal acaba de fallecer dejando una ingente obra intelectual y una red de discípulos que se cuenta por decenas y que ejercen su magisterio en universidades de todos los continentes.

Canals tuvo dos maestros –en realidad uno sólo– el padre Ramón Orlandis, S.J. y el propio Tomás de Aquino: ambos nutrieron un magisterio que él supo transmitir a la realidad actual dando respuesta viva y eficaz a los problemas que plantea el presente momento histórico.

Comentar su obra es tarea imposible en un breve artículo, pero sería suficiente recordar el esfuerzo de liberar a Santo Tomás de Aquino de muchas adherencias y enriquecerlo con tantas de sus facetas olvidadas con el paso de los siglos y que en realidad son de vivísima actualidad. La reflexión de Canals ha dado como fruto una síntesis nueva de la doctrina del Doctor Angélico, expresada en unas tesis que van mucho más allá de las veinticuatro de la tradición reciente. De modo que tenemos a un Tomás nuevo en su ardor, nuevo en sus métodos y nuevo en su expresión, tal como exige la misión actual de la Iglesia de una nueva evangelización (Santo Tomás, un pensamiento siempre actual y renovador (Scire, Barcelona 2003).

Recuerdo que en 1967, en el banquete ofrecido al nuevo catedrático de Metafísica, en la Universidad de Barcelona, el doctor Alfredo Rubio de Castarlenas hizo un brindis que comenzaba diciendo: «en este homenaje al Canals metafísico yo brindo por el Canals teológico…». Más que una invitación dicho brindis fue una consigna que el profesor jamás olvidó y dio como fruto una obra cumbre, menos difundida de lo que merece, que recoge la doctrina de la ortodoxia católica según «Los siete primeros Concilios» (Scire, Barcelona 2003).

El cardenal Dario Castrillón, que tanto está haciendo a favor de la unidad de la Iglesia, me confesó que tiene esta obra como libro de cabecera. En un milagro de amena claridad este libro sabe explicar, de forma exhaustiva, la formulación de la ortodoxia católica demostrando que no hay nada nuevo bajo el sol y que si la verdad es indefectible también el error de las viejas herejías aflora sin cesar a través de la historia. ¿Acaso muchos dirigentes de la política y de la cultura cristiana de nuestros días no caen en la tentación de hacer un cristianismo sociológico-político que no es sobrenatural y que no es humano? Al igual que en el arrianismo se busca la construcción de estructuras político-sociales-culturales en la ignorancia de la dimensión sobrenatural. Es sólo un pequeño ejemplo de una obra que nos recuerda con simpatía y ternura las grandes verdades que sostienen el edificio de la Iglesia y que nunca habría que olvidar.

Canals gustaba decir, con pasión, humildad y garbo, que los hombres son instrumentos de Dios, cuando lo son, y otras veces también lo son, aunque no hagan más que estropear sus designios. Sin duda él fue un eficaz transmisor de la verdad de Dios y que, junto con sus maestros Tomás y Orlandis, en estos momentos está contemplando, cara a cara, la realidad Divina. Es algo que la fe y la confianza en la divina Misericordia nos hace pensar.

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ZENIT Staff

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