BARCELONA, miércoles 18 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Al leer los periódicos da la impresión de que la Iglesia dice que, si una persona va a tener relaciones con una prostituta, no debe utilizar el preservativo, reconoce el presidente de la asociación de los médicos católicos del mundo.
José María Simón Castellví ilustra con este ejemplo la superficialidad con que algunos medios de comunicación han informado sobre las palabras que Benedicto XVI pronunció este martes abordo del avión que le llevaba a Camerún, cuando aclaró que el preservativo no es la solución al sida.
«La Iglesia defiende la fidelidad, la abstinencia y la monogamia como mejores armas», indica el presidente de la Federación Internacional de Médicos Católicos (FIAMC) en una declaración concedida a ZENIT.
Sin embargo, los medios e incluso algunos representantes políticos han acusado a la Iglesia de promover en África el sida. Obviamente, aclara el médico, la Iglesia no está diciendo que se pueden mantener todo tipo de relaciones sexuales promiscuas, a condición de no utilizar el preservativo.
El doctor Simón explica que para entender lo que dice la Iglesia sobre el preservativo es necesario comprender qué es el amor, como explicó el mismo Papa a los periodistas, a pesar de que ese pasaje de su conversación fue censurado por la mayor parte de los medios de comunicación (Cf. Declaraciones del Papa a los periodistas presentes en el vuelo a Camerún).
«El preservativo es una barrera, pero una barrera con límites que muchas veces se franquean. Especialmente en jóvenes puede ser contraproducente desde el punto de vista de la transmisión vírica», añade.
«Los médicos católicos estamos a favor del conocimiento científico –aclara–. No decimos las cosas sólo por carga ideológica. De la misma manera que admitimos que un adulterio de pensamiento no transmite ningún virus pero es algo malo, debemos decir que los preservativos tienen sus peligros. Barreras limitadas».
El doctor ilustra la posición de la Iglesia poniendo un caso histórico, recogido por medios informativos.
En Yaundé, Camerún, en 1993, se celebró la VII Reunión Internacional sobre el Sida con expertos médicos y sanitarios. Fue una reunión en la que participaban unos trescientos congresistas y, se distribuyó al final, un cuestionario para que se indicase, entre otras cosas, si se había tenido relaciones sexuales durante los tres días que duró la reunión con personas que no fuesen pareja estable.
De los encuestados, el 28% contestó que sí, y de éstos, una tercera parte dijo que no había tomado «precaución» alguna para evitar contagios.
«Si esto ocurre entre personas ‘concienciadas’, ¿qué ocurrirá entre la gente normal?», se pregunta.