CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 5 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Los descubrimientos científicos presentan aún más claramente a Roma como tumba de los apóstoles Pedro y Pablo, reconoce, sin esconder la emoción, el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha dedicado el último editorial del semanario «Octava Dies», del Centro Televisivo Vaticano del que también es director, a comentar los primeros resultados de las investigaciones científicas sobre los restos contenidos en el sarcófago custodiado bajo el altar de la Basílica de San Pablo Extramuros.
El anuncio de Benedicto XVI de estos hallazgos, reconoce, «ha provocado una emoción comprensible en el mundo católico al concluir el Año Paulino».
Parece confirmada, explica el portavoz citando al Papa, «la unánime y nunca contradicha tradición de que se trata de los restos mortales del apóstol Pablo».
«Una profunda emoción similar habían suscitado en su época los resultados de profundas investigaciones arqueológicas realizadas bajo la Basílica de San Pedro por voluntad de Pío XII, que habían confirmado sin sombra de duda que exactamente bajo el altar central se encontraba la tumba del apóstol Pedro, en la antigua necrópolis vaticana», recuerda Lombardi.
«Roma no es el centro de la cristiandad porque era la capital del antiguo imperio, sino porque en ella sufrieron el martirio los príncipes de los apóstoles y en ella siempre se han custodiado sus tumbas con veneración», explica el portavoz vaticano.
«Si bien en nuestra cultura moderna se experimenta menos que en el pasado la veneración de las reliquias, los lugares y los recuerdos concretos de la vida y del testimonio de quien nos ha precedido, en particular de los santos, mantienen un enorme valor para comprender nuestro enraizamiento en la tradición viva de la fe», afirma el sacerdote.
«Pedro y Pablo, la roca y la luz del anuncio, discípulos de Jesús tan diferentes –como dice el Papa–, pero en cierto sentido complementarios, siguen atrayendo nuestras miradas y pasos hacia Roma ‘ad limina Apostolorum'», «las tumbas de los apóstoles».
«Siguen vivos entre nosotros para orientar y apasionar nuestra fe y relanzarla hacia los confines del mundo», concluye Lombardi.