KÖNIGSTEIN, lunes, 13 julio 2009 (ZENIT.org).- El permiso concedido a los cristianos para orar en la antigua iglesia de San Pablo en Tarso podría ser prolongado indefinidamente.
 
Durante el Año Paulino, las autoridades turcas aseguraron una licencia especial para que en el templo del siglo VI se pudieran celebrar la misa y otros servicios.
 
Hablando con la asociación caritativa internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que se ocupa de los cristianos perseguidos y necesitados, el obispo Luigi Padovese, vicario apostólico para Anatolia, explicó que según la nueva evolución de los acontecimientos, los cristianos podrían continuar asistiendo a las celebraciones en la iglesia, aunque sea provisionalmente.
 
Anteriormente, la iglesia había sido transformada en museo --después de que en 1943 el Gobierno se hubiera apoderado de ella-- y las celebraciones cristianas eran permitidas sólo bajo determinadas condiciones. Quien quería participar en la misa tenía que pagar el billete de entrada en el museo.
 
"Confío en que la iglesia de Tarso pueda pronto pasar de museo a centro de peregrinación espiritual", confesó el obispo Padovese.
 
La ciudad de Tarso ha acogido a un número récord de peregrinos cristianos durante el Año Paulino. Según el prelado, en este periodo, 416 grupos de peregrinos de 30 países han visitado la ciudad natal del Apóstol.
 
"Por primera vez, los musulmanes turcos han visto a los cristianos no como turistas, sino como peregrinos en oración", dijo el obispo a AIN, añadiendo que la devoción de quienes han visitado los lugares paulinos ha impresionado mucho al pueblo turco.
 
"Ya está claro que san Pablo será venerado en Tarso y que el lugar en el que nació no será considerado sólo un museo por los cristianos".
 
Las dificultades relativas a los servicios en la iglesia de San Pablo forman parte de los problemas más complejos que la minoría cristiana en Turquía se ve obligada a afrontar.
 
Los 500.000 cristianos turcos, que constituyen menos del 1% de la población, sufren a menudo discriminaciones y vejaciones, un problema agravado por el hecho de que su religión figura en el carnet de identidad.
 
El obispo Padovese ha pedido a los cristianos europeos que sigan ejerciendo presión para que en Turquía haya una mayor libertad religiosa, afirmando que en el país "se puede a menudo obtener más desde fuera que desde dentro".
 
Las peticiones para el fin de las restricciones al culto cristiano han llegado de figuras destacadas como el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia.
 
Para monseñor Padovese, "una cierta presión pública es útil, pero sólo si nace del amor a Turquía y de un auténtico deseo de que la libertad religiosa pueda aumentar en el país".
 
El futuro de los cristianos en Turquía, añade, no será de todos modos cierto hasta que no se puedan abrir y gestionar seminarios. "A largo plazo debe ser posible en Turquía, como en todas partes, que los sacerdotes se formen en su propio país".

Esta petición es vital para el patriarcado ecuménico de Constantinopla, que hoy día no puede contar con un seminario en su sede.
 
La decisión final sobre la posibilidad de seguir las celebraciones en la iglesia de San Pablo en Tarso corresponde ahora a las autoridades locales.
 
Traducido del italiano por Nieves San Martín