ROMA, viernes, 31 julio 2009 (ZENIT.org).- En plena crisis global, los países más pobres corren el riesgo de quedarse sin ayuda internacional. El Programa Alimentario Mundial de Naciones Unidas (PAM) ha anunciado que, por falta de fondos, se verá obligado a reducir a la mitad las ayudas en 2009.

Lo dijo este jueves la directora del PAM, Josette Sheeran, acusando a aquellos países que no han cumplido los compromisos asumidos con la agencia de la ONU.
 
En 2009, según publica este jueves el diario vaticano "L'Osservatore Romano", el hambre en el mundo alcanzará niveles históricos, con más de mil millones de personas en estado de desnutrición.
 
Según las estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la peligrosa conjunción de la recesión económica mundial y los persistentes altos precios de los alimentos en muchos países ha llevado a cerca de cien millones más de personas, respecto a 2008, más allá del umbral de la desnutrición y de la pobreza en general.

Los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) dicen que cerca de 25 países de baja renta tendrán necesidad de financiación adicional por 25.000 millones de dólares en 2009.
 
El PAM además estima que la mayor parte de quienes sufren hambre vive en las áreas más críticas del planeta: cerca de 642 millones en Asia y Pacífico; 265 millones en el África subsahariana; 53 millones en América del Sur y Caribe; 42 millones en el Próximo Oriente y África del Norte. En los países desarrollados la estimación está en torno a los 15 millones.
 
La emergencia alimentaria golpeará sobre todo a los pobres que viven en ciudades, dado que la reducción de la demanda de exportaciones y de inversiones directas exteriores repercutirá de modo más duro en las obras urbanas. Pero tampoco las áreas rurales se librarán: millones de personas emigradas a las ciudades se verán obligadas a volver al campo, con la consiguiente presión sobre los pobres residentes en estas áreas.
 
La situación de muchos países en vías de desarrollo --informa el PAM-- se ha agravado también por el hecho de que las transferencias monetarias de los emigrados a sus países de origen han disminuido sustancialmente durante 2009, causando una notable reducción de las reservas exteriores y de las rentas familiares.

La disminución de las remesas, junto al previsto declive de las ayudas oficiales al desarrollo, reducirá ulteriormente la capacidad de los países de tener acceso al capital necesario para sostener la producción y para crear redes de seguridad y esquemas de protección social para los pobres.
 
Hay que decir también que, a diferencia de crisis precedentes, los países en vías de desarrollo tienen menores posibilidades de responder a este tipo de condiciones económicas negativas, porque la recesión está golpeando por primera vez en la historia a todo el mundo al mismo tiempo.
 
Quien ha salido en ayuda de los países pobres ha sido el FMI que se ha comprometido a aumentar los préstamos en los próximos cinco años, incluso más allá de las peticiones avanzadas por los líderes del G20 durante la cumbre de Londres del pasado abril. El FMI ha anunciado estar dispuesto a poner a disposición 17.000 millones de dólares en cinco años, de los cuales 8.000 millones en el bienio 2009-2010.
 
Por Nieves San Martín