ROMA, martes 14 de julio de 2009 (ZENIT.org):- El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y la Federación de Dinamarca se equivocan al querer «purgar al deporte de los valores éticos que la fe cristiana y la Iglesia católica han difundido desde hace siglos».
Lo señala el presidente de la Fundación Juan Pablo II para el Deporte, Edio Costantini, en un comunicado emitido tras la «severa advertencia» dirigida a los brasileños por su manera «de expresar su fe religiosa en los estadios».
Todo empezó por una denuncia del presidente de la federación danesa de fútbol, Jim Stjerne Hansen, a quien disgustó la alegría, teñida de gran fervor religioso, mostrada por los jugadores brasileños en la final de la Copa intercontinental 2009 en Sudáfrica.
Tras su victoria sobre los estadounidenses, los futbolistas de la selección brasileña se abrazaron y recitaron una oración de agradecimiento a Dios por el partido que acababa de finalizar.
«La expresión de fervor religioso de los brasileños ha durado demasiado tiempo», declaró entonces, y crea una «confusión entre la religión y el deporte».
«Es inaceptable», indicó, en un escrito dirigido a la Federación internacional de fútbol, la FIFA.
Para el presidente de la federación danesa, «no hay lugar para la religión en el fútbol», por lo que solicitó la intervención de la FIFA para evitar el «peligro» de que, en el futuro, un partido de fútbol pueda convertirse en un evento religioso.
Blatter, presidente de la FIFA desde el año 1998, amonestó a los futbolistas brasileños por su gesto y se comprometió además a vetar toda manifestación religiosa en los próximos Mundiales de fútbol, que se celebrarán en Sudáfrica en 2010.
Ya en el año 2002, Blatter había lanzado un «brusco ultimátum hacia toda celebración de tipo religioso al final de los partidos», el día después de que Brasil conquistara su quinta Copa del mundo, explicó Costantini.
Ahora, el presidente de la Fundación Juan Pablo II para el Deporte ha querido defender la expresión de los gestos religiosos en el fútbol.
«La desaparición progresiva de los valores éticos y religiosos es responsable de la deriva moral de la que el fútbol y el deporte en general son ahora víctimas», señala, en el comunicado.
«Violencia, doping y racismo son los efectos derivados del deporte «laicista», añade Costantini.
Nacida en 2008, la Fundación Juan Pablo II para el deporte colabora con la «Sección Iglesia y deporte» del Consejo pontificio para los laicos, y con la Conferencia Episcopal Italiana, para educar en valores evangélicos a través del deporte.
Su primera gran iniciativa ha sido una cursa maratón entre Belén y la plaza de San Pedro de Roma, del 23 de abril al 27 de mayo de este año, con el lema «Correr tras los pasos de San Pablo».