MADRID, lunes, 20 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Este lunes se ha realizado en la Real Casa de Postas de Madrid, la presentación de la Celebración Día de los Abuelos 2009, que este año, la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz convoca, por undécimo año consecutivo, para el próximo domingo 26 de julio, día de santa Ana y san Joaquín, según la tradición, padres de María y, por tanto, abuelos de Jesús.
En dicha presentación, se ha contado con la presencia del padre Ángel García, presidente y fundador de la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz y la de la actriz Lina Morgan, Madrina de la Celebración.
En su intervención el padre Ángel ha destacado el papel fundamental de los abuelos en la familia y la deuda de gratitud y cariño que la sociedad tiene con ellos. «Queremos hacer del día 26 de julio la fiesta de la gratitud, un día en el que los abuelos se vean reconocidos, en el que sean los protagonistas, el centro de la familia y de la sociedad, y también, porqué no aprovechar el día para hacer un llamamiento a las Administraciones sobre las necesidades sociales de las personas mayores».
«Hoy en cada bolsillo hay un teléfono. Sólo una llamada para decir te quiero abuelo, o qué guapa eres abuela es, suficiente, aunque puestos a pedir sería incluso mejor compartir con ellos una merienda, o una comida, o un paseo por un sitio bonito».
«La fiesta del día de los abuelos es una fiesta con una profunda raíz familiar, pero también tiene una dimensión social e institucional que no quisiéramos olvidar.»
Lina Morgan dirigió un mensaje a los medios de comunicación presentes en la sala para que difundan la celebración del Día de los Abuelos, con el objeto de que esta fiesta prenda en las familias y en las instituciones para que al menos un día podamos decir: «¡Gracias, abuelos!», a aquellos que durante todo el año nos brindan su cariño y ayuda.
Según Lina Morgan los abuelos nos dan «el cariño más desinteresado, la sabiduría «de la buena» la paciencia del santo Job, y las tortillas de patata más ricas del mundo…y todo eso, y más, lo hacen en silencio, sin esperar nada a cambio, y con la mejor de las sonrisas.»