MADRID, miércoles 22 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Ante la alarma creada por los últimos casos de violencia sexual entre menores, el Foro Español de la Familia (FEF) pide a la sociedad una «reflexión seria sobre el tipo de ecuación afectivo sexual que se da a los jóvenes españoles», especialmente en la escuela y en los medios de comunicación.
En las últimas semanas se han registrado dos casos de violencia sexual que han conmocionado a la opinión pública: el pasado 16 de julio, una niña fue violada en una piscina pública por cinco menores en Baena (Granada); tres días después, otra niña fue violada por siete menores de edad en Isla Cristina (Huelva).
Estos casos han conmocionado a la opinión pública española, hasta el punto que desde varias instancias se pide una revisión de la Ley del Menor para castigar este tipo de delitos.
Para el Foro, estos hechos son consecuencia del modelo de conducta sexual que se está imponiendo en las escuelas, y que es previsible que empeore, pues la nueva ley del aborto «introduce con carácter obligatorio en el sistema escolar los principios antropológicos de la llamada ‘salud sexual y reproductiva’ que agravará todavía más estas conductas sexualmente irresponsables».
Benigno Blanco, presidente del FEF afirma al respecto que el «caldo de cultivo que posibilita las conductas patológicas que luego parecen escandalizar a todo el mundo» está en la educación afectivo sexual que se da hoy en la escuela.
«La permanente presentación de la sexualidad como una esfera autónoma y ajena a la responsabilidad como si fuese un fin en si misma, la canalización colectiva de las relaciones sexuales, la trivialización de las consecuencias de las mismas a través de la facilitación del aborto, los preservativos y de la PDD, junto con todo un modelo de conducta que a través de medios impresos y audiovisuales se ponen obsesivamente a disposición de nuestros jóvenes incentivando la irresponsabilidad sexual, tiene mucho que ver» con lo que ha sucedido, añade.
Para Blanco, la clave está en el hecho de que «una parte de los adolescentes implicados en la violación de Córdoba manifestaban a las autoridades al ser interrogados que no entendían por qué se les censuraba su conducta».
«¿Qué modelo de conducta sexual se habrá transmitido a estos jóvenes para que no puedan entender ni a posteriori la intrínseca gravedad de sus actos?», se pregunta.
«La continúa exhibición de una sexualidad frívola, irresponsable y la explotación del cuerpo -especialmente de la mujer- en publicidad, pornografía y argumentos televisivos, ayuda -junto con la continua exposición de nuestros jóvenes adolescentes a dosis crecientes de violencia- a incentivar conductas patológicas».
Blanco insiste en que es necesario abrir un debate en la sociedad «libre de prejuicios ideológicos» que vaya más allá de «las normas penales o sancionadoras de este tipo de conductas».
«La obsesión de una parte importante de los poderes públicos por banalizar la sexualidad y desvincularla totalmente del compromiso personal y estable en la pareja y de la función reproductiva está causando un inmenso daño en la vida de muchas personas, en la salud pública y, en sus manifestaciones extremas, hasta en el respeto a la libertad de los demás como en estos casos de violación», concluye.