SANTIAGO DE CHILE, miércoles, 2 septiembre 2009 (ZENIT.org).- El obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Alejandro Goic, ha dado a conocer la declaración del Comité Permanente del Episcopado titulada «Amistad cívica en tiempo electoral», a propósito de los pasos significativos que darán, en las semanas venideras, los actores políticos del país, en camino hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de fin de año.
Los pastores plantean –informa la Conferencia Episcopal– que se debe tener en «alta consideración la vocación política y colaborar con ella, de manera que recupere plenamente su confiabilidad ante la ciudadanía».
Aclaran que la «Iglesia católica no se identifica con ningún partido político. Por eso, no tiene candidatos y no se hace representar a través de partido ni sector político alguno».
No obstante lo anterior, les cabe a los obispos «colaborar en el discernimiento de los fieles, en el marco de su libertad de conciencia y de sus derechos y deberes ciudadanos, aportando la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia».
Los obispos añaden que los actores políticos están a tiempo para regalar al país una «campaña serena, en que la ‘amistad cívica’ entre ellos y con nuestro pueblo emerja como antídoto contra la no-cultura de la descalificación que busca instalarse en el debate público. No hay peor derrota electoral que la ofensa a la dignidad de las personas. Enaltece a un candidato una campaña que respete a los adversarios, en quienes reconoce a compatriotas y a hermanos».
En su declaración, el Comité Permanente de la CECh aboga por una campaña apartada «de las palabras grandilocuentes, de las promesas vacías, de las ofensas personales, de los tiempos perdidos en discusiones que no interesan a la gente, porque no resuelven sus problemas, y también de la corrupción del poder».
Agrega que el país quiere ver a los candidatos en un diálogo honesto con las personas: «Se necesitan propuestas renovadas y audaces, al mismo tiempo que responsables y realistas. La opinión pública se cansa de discursos que contrastan con las políticas reales que la ciudadanía experimenta, y a veces sufre, en su vida cotidiana. La humildad, la transparencia y la capacidad de escucha de quienes quieren convertirse en autoridades, es decir, en primeros servidores, son actitudes indispensables para recuperar el realismo y el encanto de las campañas y de los proyectos».
En tiempo de dificultad económica, los obispos piden un especial gesto de solidaridad e invitan a procurar campañas austeras y sencillas: «Sería una ofensa a la dignidad de los chilenos que se despilfarren recursos».
Junto con abogar por una campaña limpia y honesta, respetuosa, sin agresividad ni descalificaciones, invitan a debates de altura que estén siempre orientados hacia la realidad de la gente, sobre todo a los pobres, sus problemas, necesidades y esperanzas.
«Si el país encuentra unidos a sus políticos –servidores públicos– en este empeño, será un contundente signo que ayudará a superar las tentaciones del pesimismo y del creciente desencanto frente a la política», subrayan.
Los pastores hacen un llamamiento a quienes aún no lo han hecho para que se inscriban cuanto antes en los registros electorales, asumiendo así su corresponsabilidad ciudadana en la elección de las personas y programas que orientarán el futuro de la patria.
Explican que la proximidad del Bicentenario de la Independencia es tiempo oportuno para recuperar los grandes valores que constituyen la propia identidad y que «no pueden quedar a merced de minorías ocasionales o bulliciosas. Entre estos valores, son imprescindibles el apoyo a la familia y el respeto a la vida desde la concepción, pasando por todas las etapas de su desarrollo, hasta la muerte natural; la superación de la miseria y del desempleo; el desarrollo económico y humano que contribuya a una mayor equidad social y a la generación de fuentes de trabajo estables; el acceso a una educación libre, integral y de calidad, sobre todo para los pobres; políticas de salud pública que honren la dignidad de las personas; y la superación de los gravísimos problemas producidos por la droga».
El texto episcopal concluye expresando votos por que la jornada electoral de diciembre sea la culminación de un fecundo diálogo de ideas, y el inicio de un nuevo tiempo de acuerdos para que Chile, la patria que amamos, sea una «Mesa para Todos».