LIMA, domingo, 20 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- Al ser consultado sobre la tensión en las relaciones bilaterales entre Perú y Chile, en su último programa radiofónico «Diálogo de fe», el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, consideró que la mejor respuesta en este momento es el silencio.
«Lo que no se puede, es estar en los medios de comunicación ventilando situaciones; y, mucho menos, dejando que las pasiones de unos y otros, -normales y corrientes- estén creando una situación totalmente fuera de lugar», expresó.
Perú y Chile sostienen actualmente un litigio jurídico ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por una controversia de límites marítimos. En este contexto, ha creado debate en los últimos días el anuncio de un ejercicio militar programado por Chile en el norte del país. Declaraciones o gestos de los representantes de los dos países han acalorado, además, el ambiente.
«Lo mejor es bastante silencio y una mayor intensificación de las relaciones internas, para que como seres racionales y seres prudentes, pero con la verdad -la cual no se puede dejar de lado- se dialogue. Pero no en este esquema de me compro un submarino, yo me compro dos. Me compro un tanque, yo tengo tres».
El cardenal considera que éste no puede ser el lenguaje del siglo XXI.
«Creo que hay que callar las armas, callar la discusión en la prensa y reflexionar un poco más hacia dentro. Como se ha dicho ahora, una justicia requiere de solidaridad, de dignidad y no de exacerbar (los ánimos)».
«No se olviden, las campañas políticas siempre han tenido un aliado, que es las dificultades internacionales. Siempre quien quiere aprovechar de una situación de coyuntura política, levanta problemas internacionales. Esto es viejo, viejísimo. No caigamos tontamente, cuando ambos países, uno antes y otro después, están cercanos a unas elecciones», dijo el cardenal Juan Luis Cipriani.
«Es una pena que una agenda política malogre una agenda social y humana. Pienso que hay que profundizar más y no estar en esta situación totalmente injustificable. Me parece que no es por ahí que debemos ir», concluyó.
«Una justicia sin solidaridad acaba en violencia»
«La solidaridad en una sociedad debe estar muy arraigada, preocúpate de los demás, de ayudar a tus amigos, acércate a la persona que está en dificultades, visita a aquel enfermo, practica lo que la iglesia siempre ha propuesto a través de las obras de misericordia», expresó el Pastor de Lima al referirse a la necesidad de vivir la virtud de la solidaridad.
«La solidaridad tiene un punto de partida: Jesucristo, quien vino a salvarnos. No vino a hacer una revolución social, ni vino a implantar un régimen político. Vino a salvarnos», mencionó el Cardenal Cipriani.
«Todo poder y autoridad del mundo es una delegación de la sociedad para que aquellas personas sirvan y nos ayuden. El servicio es el mejor modo de llamar a la autoridad. Autoridad es servicio a esa dignidad de la persona humana», afirmó.
«Hay que ir metiendo en la cabeza de todos la idea de solidaridad, ¿Qué puedo hacer por mi entorno? ¿Qué puedo hacer para generar más empleo?¿Cómo puedo hacer para dar un estímulo a esta persona que trabaja? No necesariamente es el sueldo. A veces, es una respuesta a través de estudios, de una capacitación, de una facilidad para los hijos, un seguro, etc», señaló el Arzobispo de Lima.
«La solidaridad es la respuesta más perfecta de la justicia»
El Cardenal Cipriani advirtió que cuando se aplican los extremos de la ideología de quitar al rico para dar al pobre; o se sigue el capitalismo salvaje que no otorga un sueldo digno al trabajador, en ambos casos se comete un atropello grande, un abuso ideológico, que al ser una injusticia, deriva en situaciones de violencia pues no se respeta la dignidad humana.
Tenemos que modificar tal como nos enseña Benedicto XVI en su última encíclica Caritas in veritate, la manera de pensar en la economía a través de más iniciativas económicas relacionadas con la gratuidad, la solidaridad y la comunión.
A través de la Doctrina Social, la Iglesia católica constantemente nos recuerda que la solidaridad es la respuesta más perfecta de la justicia, expresó.
«La solidaridad debe ir de la mano con el respeto a la vida»
El Arzobispo de Lima señaló que la solidaridad en una sociedad debe ir de la mano con el respeto por el derecho a la vida, especialmente del más indefenso, del no nacido.
«Hay que ser solidarios con ese inicio de la vida que se da en el primer instante de la concepción. La humanidad entera, los legisladores, los medios de comunicación y todos con ese respeto sagrado a lo que es ese instante del inicio de la concepción», expresó.
«Me cuesta pensar que un señor sea solidario con un sueldo; y simple y llanamente reparte unas pastillas para matar esa reciente concepción, a través por ejemplo de la pastilla del día siguiente», añadió.
«Me cuesta esfuerzo pensar que una persona fríamente manipula vidas y después va a ser generoso o solidario cuando haya que aumentar un sueldo. No entiendo. Dejen de maltratar la vida del no nacido y verás que empezamos a pensar diferente», concluyó.