MONTEVIDEO, domingo 8 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Alrededor de 4.500 personas homenajearon este domingo a la Virgen de los Treinta y Tres, patrona de Uruguay, en Florida.
Frente al Santuario Nacional, en la plaza principal de la ciudad de Florida, peregrinos de todos los rincones del país se reunieron en la mañana para participar de la solemne misa presidida por el vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL), el arzobispo Octavio Ruiz, y concelebrada por todos los obispos, el nuncio apostólico en Uruguay, el arzobispo Anselmo Pecorari, un centenar de sacerdotes y diáconos.
Es la primera vez que un representante de un organismo vaticano participa de la Peregrinación Nacional al Santuario de la Patrona de Uruguay, explica la Conferencia Episcopal del país en un comunicado.
En su homilía, monseñor Ruiz invitó a los presentes a poner «ante la pequeña imagen de la Virgen Inmaculada, los destinos de esta querida Nación Uruguaya».
«A ella le pedimos que guíe a sus gobernantes para que cumplan su deber de servir a su Patria, buscando en todo momento el bien para sus conciudadanos, y trabajen con ahínco por lograr, juntamente con ellos, el desarrollo integral de la sociedad con rectitud, justicia y equidad», rogó.
«Asimismo le pedimos para que Ella interceda ante su Hijo para que Uruguay viva siempre en paz», manifestó el arzobispo colombiano.
En esta celebración enmarcada en el Año Sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI, cerca de 100 sacerdotes de todas las diócesis renovaron sus promesas.
Refiriéndose a los sacerdotes, en su homilía, monseñor Ruiz instó a pedirle a la Virgen «su especial intercesión para que (…) vivan en fidelidad y con gran alegría su entrega generosa y total al servicio de la Iglesia».
Pidió, asimismo, por los religiosos y religiosas para que encuentren en María «su modelo de amor y de servicio».
Retos para la Iglesia
El vicepresidente de la CAL destacó que el reto fundamental que enfrenta la Iglesia en el continente y, en Uruguay, reside en «promover y formar discípulos de Jesucristo que sean auténticos misioneros».
Exhortó a hacer el esfuerzo en las comunidades eclesiales «de hacer una verdadera conversión personal y pastoral que nos permita abrirnos a los demás y salgamos a buscar y acoger a quienes se encuentran alejados de la Iglesia».
Llamó, asimismo a «infundir esperanza y alegría, para que con gozo celebremos el misterio de la presencia del Señor en nuestras vidas, en nuestras comunidades y en general en nuestro Continente».
«Uruguay y toda América Latina y el Caribe deben sentirse orgullosos de su fe en Jesucristo y deben reconocer con gratitud y reforzar al mismo tiempo las raíces cristianas que sembraron los primeros evangelizadores», enfatizó el Arzobispo .
«Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad pastoral intensa y una recta fidelidad que, bajo la acción del Espíritu, generen una mística, un incontenible entusiasmo en la tarea de anunciar el Evangelio», precisó.
Monseñor Ruiz invitó, asimismo, a pedir la intercesión de María para sentir siempre su «maternal presencia en nuestras familias, tan necesitadas de protección, para que aprendamos de ella el amor y la ternura, la capacidad de diálogo y de comprensión, la responsabilidad y el respeto, la fidelidad y la alegría. En ella ciertamente podemos comprender el valor inmenso de la maternidad, signo de esa autentica feminidad que reconoce el papel esencial de la mujer y de la madre en la célula familiar».
«María siempre ha estado y estará presente en medio de nuestros gozos y alegrías, pero también comparte en todo momento nuestras angustias y tristezas. A Ella nos dirigimos con amor filial y le encomendamos los trabajos que están realizando durante estos días los Señores Obispos en su Asamblea Episcopal», expresó el vicepresidente de la CAL.
Luego de la Misa, los peregrinos continuaron los festejos en el Prado de la ciudad, con baile y música.
Aproximadamente a las 16:30 hs. comenzó la Procesión hacia la Catedral con la imagen de la Virgen, culminando en el Santuario, con la oración de súplica y bendición final.
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