FÁTIMA, martes 10 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP), monseñor Jorge Ortiga, alertó ante la campaña ideológica de la que la familia es víctima actualmente, este martes en Fátima en la apertura de los trabajos de la asamblea plenaria de la CEP.
Según el arzobispo, la familia “se encuentra expuesta al relativismo de los valores, que acaba degenerando en antivalores”.
Entre los antivalores, señaló “rupturas familiares, crisis social de la figura del padre, dificultades para asumir compromisos estables, graves ambigüedades en torno a la relación de autoridad entre padres e hijos, el número creciente de divorcios, la plaga del aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización y la instauración de una verdadera y propia mentalidad contraceptiva”.
Monseñor Ortiga considera “fundamental que la familia descubra su identidad”.
“Si la emergencia educativa pasa por la familia, nunca nos podremos cansar de anunciar su verdadero estatus y denunciar campañas que pretenden dar una orientación contraria a las características que, queramos o no, se revisten de una dimensión cultural y antropológica y que, por esa razón, nunca pueden ser consideradas anticuadas o retrógadas”.
El arzobispo alertó que determinadas “concepciones de igualdad pretenden considerar la diferencia natural entre hombre y mujer como irrelevante, y proponen una uniformidad de todos los individuos como si fuesen sexualmente indiferenciados, como una consecuencia inevitable de considerar equivalentes los comportamientos y orientaciones sexuales”.
“Así, juzgan que cada individuo tiene el derecho de concretar libremente y, en muchos casos cambiar, sus propias elecciones según sus preferencias, deseos o inclinaciones -lamentó-. Las uniones homosexuales pretenden presentarse con un estatus idéntico al de la familia”.
El arzobispo también indicó que, “bajo el pretexto de la prevención y de la preocupación por evitar enfermedades, se aconseja el ejercicio meramente amistoso, o incluso simplemente lúdico, de la sexualidad, sin integrar ninguna perspectiva de verdadero amor abierto, con responsabilidad, a la procreación”.
“En este terreno, el aborto es banalizado con orientaciones legales que no respetan el valor indiscutible de la vida, y, así, el descenso de natalidad llega a niveles preocupantes, motivados por interpretaciones egoístas del don de la sexualidad”.
Según monseñor Ortiga, se trata de una verdadera “campaña ideológica que no toma en consideración las implicaciones antropológicas; si esto pasara, esos comportamientos deberían ser considerados éticamente inaceptables”.
“Urge, por ello, la responsabilidad de restituir, en los sagrados principios de libertad, igualdad y salud, sus verdaderos contenidos en favor de una convivencia responsable, para un futuro que debe ser continuamente replanteado dentro de los parámetros de un humanismo integral”.
El papel de la Iglesia, según el presidente de la CEP, será siempre de “propuesta y defensa de la dignidad humana, independientemente de la ideología o creencia religiosa de los individuos, uniendo al respeto la valentía”.