CIUDAD DEL VATICANO, domingo 15 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El Papa explicó este domingo antes del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro cuál es el poder de la Palabra de Cristo.
“Aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto forman parte del Reino de Dios -indicó, haciendo referencia al Evangelio de Marcos-, es decir, viven bajo su señorío”.
Y continuó: “Permanecen en el mundo, pero ya no son del mundo; llevan en sí una semilla de eternidad, un principio de transformación que se manifiesta ya ahora en una vida buena, animada por la caridad, y al final producirá la resurrección de la carne”.
Después de esta explicación, Benedicto XVI destacó que “la Virgen María es el signo vivo de esta verdad”.
“Su corazón ha sido “tierra buena” que ha acogido con plena disponibilidad la Palabra de Dios, de manera que toda su existencia, transformada según la imagen del Hijo, ha sido introducida en la eternidad”, afirmó.
“Siguiendo a Cristo en el camino de la cruz -aseguró-, podemos llegar también nosotros a la gloria de la resurrección”.
El Santo Padre destacó que “todo lo creado está marcado por la finitud, incluso los elementos divinizados de las antiguas mitologías: no hay ninguna confusión entre lo creado y el Creador, sino una diferencia clara”.
“Con esa clara distinción -añadió-, Jesús afirma que sus palabras “no pasarán”, es decir, están en la parte de Dios y por lo tanto son eternas”.
“Aunque pronunciadas en lo concreto de su existencia terrena, son palabras proféticas por excelencia”, explicó.
Al comenzar su intervención, asomado a la ventana de su estudio, el Papa recordó que hemos llegado a las dos últimas semanas del Año litúrgico.
En este sentido, señaló que “estamos invitados a recordar el tiempo que pasa, no para lamentarnos sino para apreciar todas las novedades”.
“Vivimos cada instante de nuestra vida bajo la mirada de Cristo -recordó-. Al hacernos el don de su vida, ha cumplido todo. ¡Él es nuestra esperanza, porque cada día él introduce nuestra historia en la eternidad!”
En su saludo a los peregrinos de lengua alemana, indicó que “en Dios encontramos la verdadera libertad y la alegría duradera” y que Cristo “nos enseña cómo debemos amar a Dios y al prójimo”.
Dirigiéndose a un grupo de peregrinos húngaros, les alentó a ser capaces de vivir la buena nueva del Evangelio en una sociedad secularizada.
Tuvo un recuerdo para las personas que celebraban este domingo en Ivrea, en Piamonte, el Día de Acción de Gracias.
«Con gusto me uno espiritualmente a los que están agradecidos al Señor por los frutos de la tierra y del trabajo del hombre, renovando la invitación apremiante al respeto del entorno natural, recurso precioso confiado a nuestra responsabilidad», dijo.
También dirigió unas palabras a un grupo de peregrinos de Holanda, entre ellos el cardenal Adrianus Simonis y algunos prelados y autoridades civiles que celebraban este domingo al Santo Patrón Willibrordo.